Átomos y callejuelas que izaron la bandera del
porvenir, un ignoto desconocido que se hizo conocido en tu vida.
No nos buscamos aunque nos hayamos encontrado, casi
imprevistamente y sin pensarlo.
Las aventuras, muchas veces, parecen desventuras…
se sacuden ante la tempestad y se deshacen ante lo adverso. Las horas del reloj
se hicieron breves encuentros que decantaron en desencuentros insoslayables,
casi sin mirarnos nos mirábamos, casi sin sentirnos nos sentíamos y casi sin
decirnos nos decíamos.
Luceros, candiles y temores que se mezclaban con la
noche y el bullicio del lugar donde Dios, el tiempo o los sueños, quisieron que
nos encontráramos.
Era todo un nuevo espejo para mí, una gráfica
extraña y plena de aciertos llenos de incertidumbre.
Los juegos y el escenario lúdico del amor
inconfesable, la espera desesperante de los nuevos bríos que ascienden, sin
querer, mientras la atmosfera se vuelve una golosina de esas que anhelamos
cuando niños.
Son dos vidas que se juntan, azarosamente, a
desnivelar el sendero intransitable por el que la vida solitaria desanda el
camino.
Ustedes dos, mientras se encontraban casi por
casualidad, le daban nacimiento a este presente lleno de partes que constituyen
la unidad del todo universal. Quebraron la rutina inminente de un amor cocido a
fuego lento, en un mundo desalmado y taciturno, lejos de la lluvia que baña la
candidez de las miradas que se besan con ternura.
Pasos en falso, sin ton ni son, una procesión infinita
hacia el abismo donde trepidaban de miedo, de luces oscuras que no dejaban que
vieran el cielo.
Ustedes dos… esencia y origen de las más tímidas y
cariñosas letras, del insuperable momento en la cima de una ciudad que se
muestra de cuerpo entero, casi con la misma audacia que caminan, tomados de la
mano, sin miedos.
Vos en tu coraza ascendente, colmada de dureza y cerrazón,
negando lo innegable y despidiéndote cada vez que mi voz buscaba palabras para
conversarte. Yo en medio de una inmensa ciudad dormida, aguardando una
pincelada que diera forma al contorno de mi lastimada humanidad.
en simultaneo acontecia una realidad distorsionada,
un parche que tapaba los huecos y las tristezas que asolaban a la noche sin
vida.
El todo en medio de nosotros, casi tomando formas
de esas que solo el arte puede armonizar… entre papeles viejos y amarillentos
de un baúl repleto de inocencias y pleamares, encontré un motivo donde apoyar
mi cabeza y soñar desenfrenadamente.
Y ahora, sin más remedio que alimentar la danza que
esos corazones alocados bailan con frenesí, un brindis con azucenas y lirios,
un vergel de monedas y ruiseñores, tres palabras y una plegaria breve… todo un
compendio de avatares inesperados, desasosegados, incipientes.
La moraleja es inexplicable, el nudo ha
desaparecido entre abrazos y adjetivos que no definen nada, melodías de
canciones que hablan de nosotros, del todo, de la totalidad de una historia que
parte a todas las historias de la historia en millones de momentos que hacen de
nosotros, dos historias que aprendieron a amarse.
Resta un segundo menos y algunos siglos de amor, un
puñado de horizontes donde vivir contemplando la vida y un testamento que guardamos,
celosamente, en algún arcón imaginario.
No siempre uno más uno es dos… los guarismos y cálculos,
pierden el hilo y la lógica, cuando la razón se vuelve irracional y amante de
lo inconsciente.
Uno es el valor que le asignamos a este
desequilibrio emocional que se traduce en idioma, en lenguaje y en cariño
cotidiano.
Puntos y fugas en medio de un torbellino, de una
quimera o de una realización que no tiene autor pero sí protagonistas.