jueves, 31 de enero de 2013

Capítulo 20 “Los deseos”


Estar es concretar el desvelo de cuanta maravilla nos rodea, a medida que pasan los días, nos evocamos en cada objeto que gira alrededor nuestro.

Un papel dibujado, unas líneas versadas, una luz que encendemos, un puñado de risas que seguimos riendo lozanamente, un baúl repleto de epístolas, de café, de envoltorios de golosinas. Naves espaciales bajo las sábanas, desenvolver cada uno de los viajes hacia el amor que realizamos, latitudes desconocidas y montañas adornadas de cascadas, el virus del amor insolente que nos pega un arponazo en el centro del esternón.

Agasajarte con flores de papel, seguir y copiar el movimiento de tus piernas, baila valses un niño enamorado en algún punto del planeta tierra… ese gurrumín que, por primera vez, ve brillar algo frente a sus absortos ojos.

Una osita bailarina encantándolo con su sonrisa de enormes dimensiones, el color plata que encandila, el perfume de los vegetales que transpira su piel, el rubor de sus mejillas dormidas, vergonzosas, interminables.

Le habla el jardín, le guiña un ojo la lluvia, lo abraza la mañana… todo se presume culpable frente al amor inocente de un mortal que quiere inmortalizarte.

La vida le besa la boca al pequeño, lo desnuda, no siente timidez si esto es consecuencia de la presencia en su interior de la pequeña que le presta su pecho como asilo.

La merienda feliz, la cena romántica, el desayuno a las apuradas, el almuerzo reflexivo… cuatro puntos cardinales en la vida que inquietan la mente.

La merienda es contarte que te extraño casi fervorosamente, sin detenerme a mirar lo que acontece, es la libertad de tomarme un respiro de la vorágine.

La cena es tomar tus brazos y cargosearlos para que acaricien sus hijas, las manos, mis brazos. Es bailar aferrado a tu humanidad despertando mis sentidos dormidos y colmando mi cuerpo de poemas en forma de besos.

El desayuno es tener que cumplir la obligación cotidiana de reiniciar el ciclo, de administrar cada sorbo de tu boca que he bebido, es depositar el amor en celdas, en tubos de ensayo donde nace la reproducción fecunda de amarte con todo lo que no pueda amar.

El almuerzo es el refugio para todo lo que deseo, desde que sé que hay un motivo en este mundo para seguir descubriéndolo…

Desear es escribir un contrato con el mundo, condenarse a la deliciosa aventura de permitir que el mismo, nos deje coronar a quien buscamos toda la vida. Yo te encontré radiante, cuantitativamente indescriptible, dulcemente helado de chocolate. Una aventura real, un cronopio cuyo pelo irradiaba eternidad, una galería de imágenes ensoñadas.

Aun no te he coronado, pero es uno de millones de deseos que solo a tu lado se cumplirán. Yo te firmo una vida, te regalo mi tiempo y te invento el hogar donde quiero coronarte… el desear se hace profundo y no temo a desear el tiempo juntos. La música, Los versos del Capitán, dos platos en la mesa, una luz tenue, una vida simple y colmada de nosotros, puede generar el lugar de la ceremonia.

Deseo que siempre siga doliéndome, que me corte en dos partes, que me queme dentro, que no me deje vida alguna por vivir, deseo que me falte siempre, que el vacío sea enorme, que el llanto no se detenga…

Deseo desearlo como la vida desea un último beso, deseo existir para presenciarlo, deseo fotografiarlo, pintarlo, escribirlo…

Deseo morir para que me resucite, que me deje sin aliento, que me deje en la calle.

La concreción del distintivo, del suburbio donde, eufórico, un niño le suplica al cielo que estés siempre flotando en él, para perderse en un viaje celestial con vos.

Es el hechizo, la panacea del embrujo no tiene fórmula mi amor… no existe medicina que pueda contrarrestarlo.

Sin deseos no hay nada ni nadie, solo premisas mecánicas que destruyen la materia, invisible, que constituye la proporción áurica de los corazones que se enamoran.

Una maratón de deseos al aire, un petitorio a la existencia, una plegaria a las constelaciones…

Si no me duele eternamente, dejará de ser amor.

lunes, 28 de enero de 2013

Capítulo 19 “Las luces”


Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única.” JLB




Sonidos que se desplazan inquietos, en medio de un torbellino celestial, amaneciendo, entender que el presagio siempre enamora, independientemente de su consecuencia… Oiamos al pasar, el dulce despertar del alba, mientras las almas se amontonaban en los transportes y en las veredas de las avenidas, en pos de seguir al rebaño dominante de la vida cotidiana.
Sobre llovido llovíamos, nos permitíamos desplegar todo un carnaval de acciones, la parafernalia de los abrazos gratuitos, colmados, nuestros… toda evocación y un llamado a la sonrisa, al reino donde te coronaba majestuosamente mía, mordiéndote la boca con fervor, irracionalmente, como un adolescente que da su primer beso.
El crujir de un tostado, la frescura de un exprimido de naranja, el calor de un café doble, mientras las manos se ocupaban de jugar al romance tentador, el de la vergüenza desmedida. Vos y yo hechos un nudo, la vista fija, la voz melódica, las salivas frenéticas por mezclarse, el dolor repentino de lo poco que duraba el momento, pero la ternura de mantenerlo vivo al recordarlo… tu pelo jugando con mi atención, mi aliento llamando a la humedad dulce de tu boca estallándome en la piel, mientras los roces se sucedían lentamente, en millones de formas y desalojando las hormonas, liberándolas de nuestros cuerpos danzantes.
Las tardes, los días, las noches… imaginar viajes, ciudades, estrellas fugaces, el delirio secular de los corazones que rebalsan de alegría, el artificio del mundo moderno que ama según preceptos y reglas. Nosotros cambiando el universo, transformándolo en un verso de mil líneas, sorprendido y floreciente, honestamente amante de nuestra historia, ofrendándonos corpóreas sensaciones de vulnerabilidad, mientras la salvajada alrededor optaba por el dolor y la desdicha.
El temor y la zozobra, el desnivel profundo donde nos sumíamos, el columpio donde nos mecíamos como niños que descubren el encanto del mundo exterior… dos pulsiones íntegras, dos dolores curados, dos seres enamorados… un solo amor explotándonos en las manos tomándose eternamente.
San Telmo, Caballito y Almagro, el bajo, la calle, los semáforos, los transeúntes, los comercios, los parques, las ventanas, las galerías, todos testigos presenciales de un suceso inmejorable… cientos de millones de astros contemplándonos, el juego innato de jugar al amor tácito, refugiándonos en cada palabra, en cada enunciado, en todos los dialectos que, dicho amor, nos permitiera hablar.
Helados, una pila de libros, un puñado de canciones de Kevin Johansen, un soplo de contención, dormirnos en La Catedral, abrigarnos con abrazos para combatir el crudo invierno feneciendo, fundirnos en collages de amor en sábanas donde sembrábamos las flores de la pasión, los colores de una pintura desconocida, donde lo único que afirmábamos era amarnos entre mareas de terciopelo y caramelo.
Y mi ser te enjaulaba en sus brazos, saboreando la delicia de una mujer que se deshacía deshaciéndome, amalgamando sed de mortalidad efímera y recíproca, encendiendo las velas en la noche interminable, desnudando el misterioso periplo hacia tu plexo solar candente.
Todo era alumbrado por nosotros, hipnotizando al movimiento, desmantelando las intenciones injustas de la nueva era, donde el amor es víctima del atropello colectivo de los que aman la mentira, el sopor y la magia negra.
Siempre supe que un segundo en vos era conocer los cielos y las latitudes asombrosas, salir del ostracismo y detenerme frente a tu figura a pensar el cronos, a contar ovejas para dormirme pronto y soñarte, oír un piano tararear tu nombre, compararte con la muchacha del Flaco Spinetta.
Y acá está el sol una vez más, manejando los hilos del día que se esconde hastiado de multitudes despiertas, desconocidas, que ignoran la vida.
Y vos iluminándome con el movimiento de tu vestido, de tus huellas que sigo con entusiasmo, vestida de musa y azúcar, regalándome un hospicio donde mi humanidad revive… la fábula de la fortuna que no se compra con oro ni riqueza… el color de las luces que absorben tu luz.

domingo, 27 de enero de 2013

Capitulo 18 "Los frutos"

Sonrosados los dos, ahora nos disponemos a elucubrar nuevas sensaciones, reflejados en el alba mientras las manos, timidas y celosas, se enriedan.
El deseo de cuidarnos, de cuidarte sobre todo, de tomar las dimensiones de tu rostro para dibujarte una sonrisa que quepa en él. Hay un rejunte de anécdotas que nos hacen bien, un soplo de felicidad que nos permite mirar con claridad que no es tan malo sentirse bien. en medio de un reinante gris, supimos empapar de colores el transcurso de las cosas.
Oficina, 9:40 am. tengo un retrato de una niñita que me sonríe mientras baila al compás de su propia cadencia, tiene rulos, enormes ojos y una sonrisa compradora. sus mejillas, sus manitas, su vestidito pituco, combinado con zapatitos de charol. esa niña eras vos, esa niña era mi motivo para esperar a que confluyeran los caminos.
Esa chinita ahora me regala los días más felices, una canción de amor endulzado con su risa aflautada, con su espíritu festivo, su gracia, sus manos encendiendo mi rubor y un nombre que repito hasta en silencio.
Ahora se viste de amor, me contiene el vicio de fumar, me compra caramelos, me invita a estar contento.
Ella no es un concierto de jazz, un hotel de lujo o un viaje a Nueva York. ella es una canción, el umbral de un edificio en la nostálgica Almagro y una caminata por el barrio.
Han pasado cosas en el medio, hemos tenido diferencias y un momento de fuerte intercambio, pero gana el amor, ganan las ganas de amar que yo le confieso y ella me niega. me niega afirmando y detiene las agujas en agosto a la noche, cuando un beso pudo más.
El rompecabezas de cada momento en nuestras vidas toma curso, se empieza a visualizar un paisaje, un escenario, un lugar donde somos los protagonistas, donde depositamos semillas que fecundarán con el tiempo hasta volvernos un ramillete de vida, un dúo de viejitos que seguirán siendo novios, porque su amor es inagotable, un álbum de fotos en diferentes versiones, una fiesta de casamiento, un nacimiento, un hogar, un jardín, un patio, niños correteando alrededor nuestro, una navidad, un año nuevo, un carnaval, unas vacaciones, una película, un desayuno, un ocaso, una montaña, un paseo, un día de los enamorados, un aniversario, una tormenta al atardecer, una llave, un vals, una colección de libros, un jardín de sueños.
Ya nos sabemos de memoria nuestras huellas digitales, ya sé lo que nos gusta y lo que no, ya sé ayudarte a estudiar o a serenarte, ya sabés lo frágil que es mi vida cuando lloro y no te tengo, ya somos boni y boni, dos chiquitos corazones que coordinan su latir, ya iniciamos el principio de un guión sincrónico. ya somos un futuro imperfecto.
Mi madre me habla en sueños de vos y se deshace en elogios. tal vez no vaya a contarte jamás esto, pero me dijo que te adopta como suya también.
Mientras germinan los rizomas, vayamos a ver el sol, a bañarnos mientras aguardamos el verano. el final es abierto, pero yo, muy dentro mío, sé que sos vos.

viernes, 25 de enero de 2013

Capítulo 17 “El acto”


Te entrego mis células, mis llaves, mi tiempo y mi espíritu… me envuelvo en el ocaso de tu silencio, me desconecto de la realidad y del orden, es una invasión de saliva y desenfreno, un millón de gotas que se esparcen por las sábanas sedientas de encuentro.
Le hablo al contorno de tu voz vestido de carmesí, le susurro mi intención de cautivar su existencia, muerdo con suavidad el río de tu piel, la temperatura eriza el aire, le otorga un segundo de suspenso, rodeo tu cintura con mis brazos y me acerco lentamente a tu nariz. El juego es tentador, alegre y contiene acuarelas, nos deshojamos con fulgor, nos detenemos un instante y seguimos asfixiándonos la respiración.
Latimos con intensidad, descubrimos que la desnudez es una fiesta en la tenue luz que sobrevive a la secuencia pictórica, nos apretamos fuerte, intentamos atravesarnos sin dolor, aquí no hay penas ni sombras, sólo dos seres invocando al irresistible y glorioso verbo amar.
Irracionales, menguados, filosos, sensibles, etéreos, fugaces, reales, mágicos, eternos… cada encuentro es hallarse en el desierto buscando la lluvia.
Me ofrecés tu alma y me lanzo a beberla, te extiendo, tatúo mi boca en cada milímetro de tu mundo, perfumo y adorno los rincones prohibidos de tu casa.
Es asombroso como un momento efímero de nuestras vidas, puede coronarnos casi todo el tiempo, es empaparme de tu sonrisa y tu ritmo cardíaco, es quedarme a vivir en tu pecho desnudo toda una noche, es colmar de endorfinas la habitación.
Tenés la palidez de la luna, el rojo de marte y el negro de la noche… la combinación perfecta de los colores precisos en una galería fotográfica de tu cuerpo recostado a mi lado, en una cama donde convalecen las cenizas de las palabras que nos dijimos, mientras la noche transcurría.
Deslizarme con suavidad por tu interior es caminar el salón de tu organismo, un mar de pasión declarándote un amor irrepetible, sincero, que dibuja el futuro cuando exhaustos, nos dejamos caer en el umbral de la vida a descansar del tirano aguafiestas llamado reloj.
El día nos despierta con ternura derramada por todos lados, desayuno un beso cálido que depositás en la puerta de mi adormecida voz; tímidamente nos cubrimos y aprendo a encontrar lugares tuyos que empiezan a enamorarme, te digo buenos días y te abrazo, me relajo y extiendo mi brazo por detrás de tu cuello, te cuido, te miro emocionado, empiezo a entender que nos adelantamos a la primavera.
Nos llueve agua sobre los cuerpos que, abrazados, danzan inexplicablemente bajo el diluvio… nos cuesta decirnos chau, nos cuesta despegarnos, nos cuesta saber que el día será largo y que el recorrido será para extrañarnos.
Caminamos de la mano… los pájaros cantan, las veredas están regadas, las flores asoman tibiamente.
Empiezo a confesarle a mi inconsciente que sos inolvidable… empiezo a sentir que el amor ha nacido… empiezo a sentir que te amo.

jueves, 24 de enero de 2013

Capítulo 16 “El mes”


Todas las luces perduraban, la simultaneidad del instante en el que decidimos seguir andando. Un tironeo difícil de entender, dos solitarios que se encuentran pueden detener en un segundo, el rumbo de las cosas.
Nuestro segundo fue maravilloso; nos colmábamos de situaciones asombrosas, era contarnos todo en una mañana y seguirnos contando todo durante el día.
La permanencia del costado romántico que asomaba cuando las voces se oían.
Reírnos y besarnos, besarnos y reírnos, la reciprocidad inversa de los que se quieren con sinceridad… luz, cámara, acción. Nos enfocamos, actuamos con naturalidad, te acaricio el pelo, hundiendo mis dedos, enredando mis uñas en su suavidad, pruebo el néctar de la humedad de tu boca, me acerco vertiginosamente a tu cuerpo… la función toma un considerable vuelo, vuelo yo a través tuyo, mientras me ofrendás, con ternura, tus pupilas interminables.
Me deshojo y te regalo un vergel, una mariposa o simplemente un helado de sambayón.
Hoy entramos en otro mes, en otra aventura interminable, no lo hubiéramos pensado en otro momento… somos dos gotas en un inmenso charco de amor, dos piedritas a la vera del camino, la vida de un colibrí que vuela desenfrenadamente hacia la libertad.
Las corazas y el pasado nos pueden hacer mal, es más fácil mirarse a los ojos con sinceridad y sentir, no dejar de sentir.
Puedo darte lo que tengo e intentar darte lo imposible, quiero darte lo imposible a precio beso, siento la necesidad de decirte tanto y todo, que no digo nada… pues no me alcanza lo finito que soy para entrar en tu ciudad.
Hay tangos y tangos, hay terrenos fangosos y maldades esperando hacernos daño, hay pasados imborrables, hay fantasmas asesinos… pero nada alcanza si adornamos el presente de nosotros.
Una cama, dos sillas, una mesa, un menú, una película, una carta, dos miradas, mil canciones, dos copas, un ropero, un libro, mil historias, un terraplén, un océano, un camino, mil viajes, una foto, dos bocas, un silencio, millones de gentes, una palabra, dos manos, un color, una esquina, un paseo, mil pasos, un futuro, una postal, cuatro letras, una casa, dos nombres, mil ilusiones… un ser que encierra dos géneros que se unen en un universo de millones y millones de millones de astros.
Tendremos todo eso?
Sólo puede tenerse esperando al tiempo, a la vida, al pasaje de ida hacia el todo eso que erigimos inocentemente, una noche de agosto, que se extiende a septiembre.

miércoles, 23 de enero de 2013

Capítulo 15 “Los novios”


Ya eras mi parte complementaria, mi sueño realizándose, mi mitad encantada, con gusto a helado, a romance y a eternidad.
Me quedaba gustito a vos en cada ocasión, lo disfrutaba como si fuera el último manjar, la felicidad de confluir juntos un camino lleno de ambos. Florecer en vos, era entender que el enamoramiento me encanta, que puedo visualizarlo en mi interior, en el rincón más recóndito, absolutamente lleno de tu vida.
Podría haber elegido mil cosas, pero la única certera era estar a tu lado, de tu mano, lleno de gracia, de belleza, de saber que tu nombre estaba ahí… donde siempre lo había soñado.
Sin embargo, elegí estar y permanecer, consolidar y decorarte con amor… vos sos mi lienzo y en la paleta tengo frutillas, cerezas y arándanos, sandías, manzanas y besos para colorearte.
Quiero que me dejes quererte, que no temas, que me dejes cuidarte entre tanta jungla desesperada por presas inocentes, nací para acompañarte siempre y no quiero dejar de lado ese mandato.
El amor es un mandato divino, un mandato que tendré que cumplir en esta vida o en la que me toque, pero siempre cuidando de vos, que sos toda vos y sumamente amor.
Notarás que esto es más una epístola que otra cosa, que tiene más de desborde emocional que de prosa… pues apenas entiendo lo que me pasa, es demasiado fuerte y late con fuerza, con la emotividad de un corazón que se siente enamorado, con la frescura de una primavera que se aproxima… la primavera sos vos, sos vos y ese par de ojos que se deshacen cuando los miro, pues son frágiles y yo abuso de ello, me recuesto a mirar dentro de ellos, hasta cuando no te veo.
Menuda muñeca de amor, soberana de mi piel expectante de una caricia, sonrisa de mi rostro compungido por la nostalgia de no tenerte todo el tiempo a mi lado.
Somos el café y la tristeza alegre de volver a extrañarnos cuando nos tengamos que volver a nuestras casas, sos el soplo de aire nuevo que mi familia adoptó, la novedad que al mayor de los varones desvela, mientras habla por teléfono y suspira dulces tonos.
Sos todo eso y mil adjetivos que no me entran en la voz, para decírtelos simultáneamente… yo siento que te amo y es para siempre, no me pidas que lo niegue, porque la verdad es mi reivindicación más noble.
Pasaré por vos en un rato, por el edificio de la facultad de derecho y, seguramente, vaya a revivir la deliciosa sensación de verte venir a mí… yo te llamo novia aunque no te guste el rótulo, vos me llamás como quieras, que va a gustarme si viene de vos.
La introducción al amor empieza a tomar vuelo… llevame bien lejos que no aguanto un día más sin verte.