sábado, 19 de abril de 2014

Capítulo 100 "La hoja en blanco"























































































































El final escribilo vos... Gracias por haberme inspirado tanto. Nos vemos en otro mundo que está por nacer.
Con todo el amor que hacia vos siento... YO.

domingo, 13 de abril de 2014

Capítulo 99 “Los climas en la distancia cercana”




Acostados, meditabundos, excitados… imaginarnos es poco a comparación de todo lo que podemos imaginar durante una vida entera, una vida entera donde nos atravesemos y el paso del tiempo describa sensaciones indefinidas. Una certeza que empezó a escribir fábulas inexplicables, pero sumamente realizables.
La noche sigue oscura y maquilla al flamante día nuevo, el oxímoron toma forma asombrosa, somos un torbellino que baña las sábanas de endorfinas, sacude el otoño y venera la calidez que el verano dejó morir al partir.
A veces siento que asesinaría a lo imposible, por un segundo adentro tuyo… y de ahí pasamos a construir la escena prohibida, donde las palabras son un festival, el camino lo enseñan tus piernas que se frotan con las mías, contagiando al resto de la piel y de nuestras vidas íntegras, que imploran al reloj no detenerse, sin entender que los que matamos al tiempo, en cada encuentro, somos nosotros.
Soleado hasta la médula, me empiezo a sentir vibrante, absorto y reiniciado como un ciclo que no tiene fin porque dejó de ser un ciclo para transformarse en una constante.
Ahora es pleno amanecer, la noche sigue maquillando la luz y pensamos en clave corporal, empieza el diálogo que hablan dos cuerpos lejanos en la cercanía más increíble. Inquietos, nos sentimos vulnerables y el deseo despierta al fin, pieles que se acarician intensamente, besos que se superponen con naturalidad, manos cinéticas que tocan todo en simultáneo, lluvia de colores arriba de la cama que nos une mágicamente, nos enseña a hacer del otro, ese amor irrepetible y doloroso, el que desgarra la templada coraza que los cínicos afirman llevar con orgullo.
Que me alcance con morir de amor, que te alcance con vivir gracias a este amor que no percibís que se extiende por tu vida, desafiando las leyes mundanas, gravitando entre cometas y astros que surgen de tu sexo deseoso de mi sexo que está enamorado de tus intenciones.
No me olvides esta noche, mientras la alegría se disemina por el aire, inconexo, de la habitación, dimensionalmente infinita.
Llegando al éxtasis, suplico por un segundo más amando entre tus piernas, por ese instante, fugaz, en el que morimos instantáneamente, coronando una toma perfecta para la fotografía de la posteridad y el brindis por una nueva cascada de emociones encontradas, producto de una imaginación que nos aclimata y no cesa en su marcha, gloriosa, hacia un orgasmo desmedido y certero, quirúrgico y universal, en este mundo que contiene dos amores que hacen el amor con arte y pasión desenfrenada.
Y vendrán impensadas repeticiones, extraños paisajes e inéditos versos esgrimidos con desborde y frenéticas ganas, mientras las constelaciones duerman y nosotros, dulces amantes, conquistemos la soberanía del sueño, llegando al clímax vital y clamando una vida más, para seguir viviendo la pureza de un amor impoluto, que se suicida para renacer, cuando nuestros puntos sensibles vuelven a tomar contacto celestial.
Dios escribió una historia de amor y la dividió en dos mitades que nacieron en tiempos y lugares diferentes, se desencontraron durante mil vidas y sufrieron los golpes del desarraigo y la utopía irrealizable, el amor es la vanagloria del poeta que ensaya versos inútiles, porque su destino es amar para escribir… esas fracciones se cruzaron y se amaron inconscientemente, desfilaron por miles de espacios anacrónicos, amaron equivocadamente, soñaron sin dormir, se encontraron y reescriben la existencia, determinante, de Dios en el amor.
Yo no supe que hacer cuando viniste, fue ver algo tuyo y empezar a temblar, fue saber tu nombre para entender las razones que me llevaron a suplicarle al sol, que me concediera la posibilidad de pedir la mano de una semejanza a su inmensidad. Y ahí fue que comprendí la necesidad de elegir, de enfrentar el desafío de atravesar coordenadas y verificar que sos tan real como esta intensidad que retumba en mi pecho con fuerza ascendente.
Ya es hoy, hoy es todo el tiempo y la distancia cercana es un reflejo de tus ojos, en ese mar que te desnuda para mí, mientras me deshago escribiendo estas líneas inútiles, ya que mi mundo nace de tu maquina cardíaca, que se mostraba hostil e impenetrable para un puñado de prosas escritas con dolor y mudo sincericidio, con ternura y recuerdos, con fe y sosiego.
Entre ríos y multitudes, pronuncié tu nombre al éter y la brújula me indicó seguirte hasta donde la vida no tenga más sentido que el de jurarte eternidad, abrazos y música en tus oídos.
Maldije tanto tiempo al tiempo, que es momento de pedirle perdón y un día más todos los días, para amarte entera, ocupar un momento más en vos y dedicarme mi último tramo de vida a dedicarte mi vida. Te pido que me esperes, que arrojes mil sonrisas al viento para que me guíe hasta tu pecho… Si me ves llegar convaleciente, dejame morir ahí mismo y no olvides, nunca, que existió un hombre que, alguna vez, te entregó su historia para que la guardes en tu vientre.

domingo, 6 de abril de 2014

Capítulo 98 “El epílogo inicial”



Hacia dónde ir, cuando la noche se hace una extensión de cada momento que no vivimos aun? Empezar con un interrogante es pretender responderlo, sea en modo indicativo, en tiempo pasado o perdido en medio de una constelación imponderable.
Quiero ir a “Strawberry fields” si me llevás, a tu cuerpo si me invitás a pasar y al infinito si tomás mi mano sin timidez.
Todo se inició casualmente, inesperadamente, lejanamente… Un destello de dejadez y algunos dibujos fueron el momento inicial, la continuidad fue el resto.
Estoy llegando a la casa al fin, estoy golpeando la puerta de tu vida, no lo notás aún, no es relevante en este momento hacerlo, mientras tanto, sólo queda esperar que las distancias se debiliten y permitan la coronación, real, de una historia que nació de una alocada fantasía mental.
Me desmayo y reposo en tus sueños con dulces resabios de lo que nos dijimos antes de entregarnos al mundo de Morfeo, despojados de todo prejuicio y con colosales deseos de seguir soñando. Vos y un santiamén en esta boca sedienta, perpetuada en tu voz que elucubra sensoriales suspiros de mi soleada existencia, dormida en tu cama llena de colores.
El mundo pende de tu alada espalda, llevame dos segundos a viajar a través de la noche y enseñame a no temer a este cosquilleo que adorna mi plexo solar, desde hace ya un tiempo.
Cuerdas, vientos y letra, risas, notas y fotos, anhelos, sintagmas y ensueño… toda una combinación, precisa, de elementos abióticos que enumeran uno y cada uno de todos esos sucesos que supimos atravesar en nombre del amor que nos define y redefine el sentido de estar vivo para seguir escribiéndote asombrosas historias que quiero vivir a tu lado.
Desarmando rompecabezas, diseminando semillas de almíbar, iniciando el camino que se reinicia con la misma naturalidad que nuestro tiempo vuelve a cero, reiniciando así, el ciclo del amor ascendente y vital.
Hay música y musicalidad, cadencia y movimiento, forma y eternidad en cada uno de los sucesos que fueron dando aire a esta bocanada de aire que se viste de líneas prosaicas y aparece frente al espejo, cada segundo que en vos pienso y mientras cuento los días para llegar a tu regazo y elevar al amor hasta la cúspide del amor mismo, vestido de fiesta para nosotros.
Entre crónicas y salvedades, mojamos las bocas en agua impoluta, agua bañada en besos que nos prometimos alguna vez, mientras los testigos del encuentro entre un mortal y el astro rey, obnubilados, asistían a la ceremonia de nacimiento de la felicidad y el bautismo de fuego de ese primer paso que nos decidimos a dar, una vez que los diluvios cesaron y permitieron que la cercanía asomara su silueta.
Tibias lluvias se ven venir, sin quererlo, nos convertimos en canciones que cerraron la puerta para que nadie entrara en este lugar que, con dedicación y entusiasmo, preparé como refugio para amarte lo que reste de esta vida y las próximas que me toquen vivir.
Siempre esperar a que llegaras, todo el tiempo descubriéndote y reinventándote, segregando lenguajes, dialectos y palabras para envolver en papel de regalo, cada verso que desfilara por mi interior y representara tu piel candente, una noche que no terminara nunca.
Acá donde el fin del mundo es una tempestad, un torbellino de palabras, una caricia de dios, acá de donde me quedé esperando a que vinieras a encontrarte con un beso, un abrazo y una mirada que te condujera, por los pasillos de este enorme laberinto, hasta la estación del amor.
En medio de dudas, desencuentros y desengaños, elegimos elegirnos con el para siempre como denominador común y esas ganas de morir de amor como destino, un circulo tridimensional y miles de gotas danzando sobre nuestros cuerpos fundidos con la intensidad artesanal de dos mundos que se unen en una misma órbita, para recorrer la geometría corporal del acto sincero y la aritmética que afirma que uno más uno es nuestro amor.
Fueron los indicios de un momento que se disolvió en palabras interminables, repetidas, enamoradas de esa representación anacrónica, donde dos éramos una sola respiración exaltada y profunda, que pintaba retratos de un lugar donde lo imposible es realizable y lo mágico es encontrarnos ahí mismo.
Eran un puñado de pasos que dar y decidirnos a sentir, enterrar el silencio en el mar y desafiar a la gravedad hasta encontrarnos flotando juntos.





miércoles, 2 de abril de 2014

Capítulo 97 “Química epidérmica”



Mis manos, tus manos, mis pies, tus pies, mi boca, tu boca, mi cuerpo, tu cuerpo, un puñado de identidades que emergen de esa peculiar combinatoria de fechas, sucesos y ambigüedades. Fueron seguidillas enteras de momentos inmortalizados para ser contados, una quimera recreándose en el monumental instante en que empiezo a besarte despacito, al ritmo de esos segundos infinitos, que perduran, insistentemente, en la vida mortal que nos ve encontrándonos acá, hoy, que llueve amor por todos lados.
Nada nos dijimos y todo comenzó, mucho nos dijimos y todo se hizo enorme, como esa quimera inesperada que dice llamarse vos y yo, pero no termina de transformarse en nosotros llenos de magia otoñal, bañada de amarillo y gris.
Poder decirte, con el cuerpo entero, que nada nos separe de ahora en más.
Estuve pensando en quedarme en silencio, en no pronunciar palabra, en enmudecernos todo el tiempo, porque un beso es el comienzo interminable de un final abierto, de un imposible realizable, de un segundo en que el cielo se despeja y aparece el sol desnudo, para deslumbrarme sin timidez.
Y pensar que no pensaba estar pensando en vos, como pienso ahora.
Los tiempos son figuraciones imprevistas, declamaciones superfluas, es ahora el tiempo porque mañana tiene que ser este hoy, repetido una y mil veces, mientras las sábanas sigan testimoniando nuestros encuentros y evocando, en forma continua, un carnaval donde somos agua cayendo sin detenernos.
Químicamente hablando, somos miles de moles de moléculas flotando, una solución de pasión y deseo, un simulacro de tragedia visceral, dos agujas que se clavan en la profundidad de la medianoche, cuando la habitación duerme y todo se vuelve un incendio sin límites.
Y empiezo abrazando tu humanidad en su totalidad, descubro rincones y los invento, es encontrar la palabra adecuada para definir un momento irrepetible, colosal, constelado por tu piel que sabe a terciopelo y es un escenario repleto de vanidades que me llevan a elegir permanecer ahí, inmutable y adormecido en tu pecho que es una tentación para esos sueños que quiero concretar desde que supe que era posible dejar de imaginarte astro inalcanzable.
El arte de amar con locura cada milímetro tuyo, donde habitan mundos e inframundos trascendentes, vergeles de papel y comprender que dar un paso hacia vos es aventurarse en la loca sensación de darle nombre a esta historia que habla de flotar, de entender lo inimaginable y de cumplir cada sueño escribiendo una línea más todo el tiempo.
Y la noche nos divide en mil átomos que se dispersan, con énfasis, por todo el cuarto, adornando los rincones con reacciones epidérmicas y gotas de nosotros regadas por toda la noche que se hace presente de cuerpo, para que nosotros le demos el alma.
Y acá no hay dolor ahora, acá empieza el camino, dulce, del amor elucubrado, ascendente… la flotación corpórea no admite techos, se encamina y sube como la temperatura de nuestras existencias, cuando te brindo un cálido baño de besos mojados, rutilantes, saborizados con purpurina y ternura.
Y nos duele la vida porque se repiten las escenas una y otra vez, el reloj se detiene y nosotros no, podemos morir y renacer todo el tiempo ahora, y somos artistas de circo, olas que desafían al mar, romance de lenguas que degustan el aliento del otro, un itinerario difícil de comprender, un viaje imposible de no soñar.
Y nacemos para amar, porque de otro modo, el mundo es insoportable y hostil, oscuro y asesino, sublimado y mustio… pero, al nacer para amar, amamos para renacer y seguir amando, casi como un imperativo categórico, como el absoluto que nos halla fundidos, eternos y etéreos, danzando en círculos el vals de una noche que parece no terminar nunca.
Es estar exultante de júbilo, escribirlo en las paredes y en las nubes, decirlo en voz alta para adentro, mientras el pecho estalla de suspiros y verano, sintetizando el devenir, cíclico, de la espera que se viste de reencuentro.
Es dibujar y pintar cada intercambio y la ansiedad, la mirada expectante y las manos crepitando ante lo inminente.
Es químico y bidimensional, mil dimensiones que explotan mientras las sensaciones erizan la piel y te confieso haber esperado este instante en que me dejo morir adentro tuyo para siempre.
La ciencia que se desprende del amor y me permite afirmar que no voy a estar más sólo, desde que sé que sos real y el destino que elegí elegir.

martes, 25 de marzo de 2014

Capítulo 96 “Los significantes”

La espera se hizo larga, reza una canción de Daniel Melero. Puedo afirmar que esa canción no sólo tiene razón, sino que hasta se equivoca, pues la espera va a seguir siendo espera, pura espera y rencor, puro lo que pudo haber sido y zozobra, puro devenir incierto que me dice: Hasta acá llegó todo.
No siempre decir es significar, no siempre significar es significativo y no siempre la significatividad es significante.
Hoy no fue el mejor de mis días, tampoco el peor, aunque seguramente quedará grabado en los recuerdos más tristes de mi vida. No terminó de irse alguien importante, que ya te empezaste a ir, dejándome un adiós clavado en la yugular. La sangre fluye y mi cuerpo engulle una mentira más, una escenografía maquillada de parches de amor finito, de esos que desilusionan, de los que vomitan, pecaminosamente, sobre nosotros, los que creemos que lo imposible es decir que no.
No era necesario decir que no, cuando ni siquiera era necesario un sí.
Las historias no siempre tienen finales felices, la soledad no siempre es un refugio y todo, todo lo que creímos que sería posible, es apenas un espejismo, escéptico, de la realidad que vivimos.
No quiero entender nada ahora, este momento está reservado para el dolor y el desasosiego, para el vino y el desmedro, para la paz y el silencio, para no entender nada de lo que no entiendo ahora, después de tanta muerte sucesiva, que no entiendo siquiera, por qué no entiendo nada.
Un recuerdo, Devendra Banhart y un vaso de vino tibio, un segundo de llanto y una vida diluviándome interiormente, casi con gracia, anunciando que este otoño me está dejando tan sólo como estos últimos otoños en que empiezo a olvidarme que te recuerdo, porque recuerdo no olvidarte para pensar, aunque sea, una vez en vos.
Son imágenes sensoriales, son mil cosas que no se definen, porque nacen indefinidas como esa indefinición que no nos permite definir, de una vez por todas, encontrarnos y escribir esta historia que venimos sufriendo innecesariamente.
Yo te busqué casi con ansiedad, con el temor de que me dijeras lo que me terminaste diciendo.
Los relojes en una noche de amor, de hace un tiempo, se detuvieron abruptamente, dejándonos a la deriva, coronando sin quererlo, un vacío que traerá consecuencias inesperadas, sufriendo casi con culpa, un silencio perpetuo y una vanidad primaveral fuera de estación.
Ahora es hoy a la madrugada, mientras las lágrimas se inquietan en mis ojos y el frío recorre cada centímetro de mi cuerpo, momento de reflexionar y reconstruir miserias espantosas en tu nombre, que se marchó lejos, allá donde las olas estallan y bailan danzas inentendibles.
Me quedé buscando atajos por donde salir o espejos donde mirarme, ciudades donde asilarme, destinos para viajar y recluirme, sólo, perdido, conmigo mismo.
No siempre la felicidad te besa la frente mi amor, no siempre…
Sujeto fuerte mis manos, la valija está pesada y el Álbum Blanco pierde cada melodía en este final casi intempestivo, ya no hay regalos, estrellas, tiempo ni ganas.
Cada paso hasta el andén es un paso que me alejo, una catedral me deja persignarme, un futuro empieza a llegar, porque el hoy dejó de ser mañana y las urgencias empiezan a perecer al compás de una llaga que se vuelve visible en la oscuridad que adorna mis sábanas.
Mi guitarra está callada y mi corazón dice tic-tac con despecho y precisión… Lo que será no debería ser tan extremo, lo que es debe ser la lenta y dulce transición, lo que fue se guardó y feneció en las profundidades de ese mar que te ve salir por el este y te despide cuando tu nombre muere en el oeste.
Voy a dejar de escribir desenlaces sin principios, prefiero recostarme sobre el nudo y esperar a que vuelvas a quererme.
Sin consuelo, sin mi madre, sin mi segunda madre y, ahora, sin sol…
La oscuridad es un lugar donde no podré amarte, pero sí donde podré recordarte con ternura.
Me quedo acá, de acá yo soy… y ese es el significante de este amor que no nació.