miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo 79 “Los besos sin nombre”



Contemplar por la ventana que se abre al mundo, el ocasional beso memorable de dos bocas que, casualmente, chocan con ternura en alguna callejuela asolada por la neblina intensa de un húmedo invierno.

Los besos de ocasión lucen vestiduras anacrónicas, incongruentes, fugaces… son besos que se unen para morir, entristecidos, en una cama que los acobija durante un soplo de tiempo. Ser un beso sin bautismo es ser un tango sin bandoneón, una nube sin cielo o una plaza de madera, como una desconexión involuntaria entre voces en silencio o alegrías de velorio. Un beso es la síntesis atemporal entre seres que fingen amarse con locura, cuando en realidad, se bañan en las aguas del amor insensible; si no pueden enumerar los nombres de todos los besos que pueden construir, es porque no conocen el amor, porque son besos construidos con amor visceral, los que vuelven más agradable el acto de sentir que el sabor de una boca que no conocemos, se vuelve adictivo y voraz.

Después del diluvio y las incorrecciones temperamentales, el beso es panacea, circunstancia que evoca nuevamente la unión, el desahogo, la genialidad de un momento que puede prolongarse casi como acto reflejo.

Besar es nombrar o, al menos, ilustrar las páginas de gloria del amor que buscamos con fervor desesperante.

Hay besos que no nos atrevemos a nombrar por temor a que sean apenas figuras categóricas en el mundo de los besos… besos desenfrenados, esos que nos muerden con violenta ternura, los que nos damos en la ducha, cuando un intenso rapto de pasión desemboca en la cercanía de las pieles que se besan íntegramente. Besos secos, de los que sienten, apenas, los labios que disfrutan y degustan la tenue sensación del dolor ardiente de un par de marcos carmesí, que decoran la entrada hacia la más endulzante y sabrosa humedad. Simples besos de protocolo que nos permiten hacer breve la despedida de la mitad que nos completa, aunque dure su acción de completarnos, apenas un santiamén. Besos dorados, plateados, de vivos colores primarios o híbridos colores inéditos, besos de llama, de luna o de tierra… besos vírgenes que se concretan con la inocencia de ese primer esbozo de cuerpos desnudos que juegan a que el amor se hace. Besos en los rincones, en las esquinas, en el subte, en el sillón, en alguna catedral, en la galería, en las escaleras, en la noche, en la lluvia… siempre besos, siempre el mismo nombre de pila, como si fuesen una sucesión dinástica de reyes ósculos que escriben la historia del beso, como si el mismo, hubiese emergido de un acto súbito.

No hay besos Adanes o Evas, besos Josés o Marías, que dan origen a algún suceso… los besos, en todo caso, terminaron siendo un significativo significante, representado por variables que los trascienden.

Besos danzantes, besos obscenos, besos de vanguardia… el arte de un beso se remite, en forma histórica, al nacimiento del amor que se concreta a través del beso.

Besos ambulantes, besos repentinos, besos indeseables, puro verso en medio de la pureza de un beso, besos sinceros, besos virtuales, besos sedimentarios, besos criminales, mensajes  que transportan besos, besos individuales, besos pecaminosos, besos ascendentes, besos carnosos, besos dormidos, besos de diferentes nacionalidades, besos lluviosos, besos interminables, besos apagados, besos melódicos, besos solemnes, besos amargos, besos paridos, besos de colección, besos impares, besos desérticos, besos aromáticos, besos estacionales, besos repetidos, besos fotográficos, besos perezosos, besos calcinantes, besos químicos… todo lo dice un beso durante ese silencio que dura su prolongada o efímera vida, un beso que habla, que siente, que a veces besa con locura y ambición y otras besa con formalidad y desapego.

En la mochila, en la billetera, en el bolsillo, en la almohada, siempre queda escondido un beso.

Pienso y expreso todo esto, mientras a mi lado caminás vos, dueña eterna de mi único beso… el que reservo para cuando deba partir, el que cuido con mi vida para que, cuando te sientas sola y resignada, reviva tus ganas infinitas de dar un beso. Este beso se llama beso, es parte de una generación nueva de besos, es un beso con cara y cuerpo de beso, no podía bautizarlo con otro nombre, porque de otro modo, ya dejaría de ser un beso. Es un beso uniforme, que toma formas diversas de beso, aunque es un beso único e irrepetible, porque nació, maduró y espera señales tuyas, para terminar de ser beso.

Sentiste, alguna vez, la imperiosa necesidad de que un beso curara esos males traicioneros que desvelan la existencia, sentiste que un beso puede ser el mal que termine con el mal reinante en el mundo, es el beso un ser sensible que le otorga la posibilidad de ser la figura viva del amor que no se deja ver?.

Vos sos la última estación en el recorrido que haga este beso… es un beso que toma forma, mientras camino un paso más en la vida y uno menos hasta llegar a vos.

Este beso viene a decorar cada epístola, cada línea, cada representación pictórica que vaya a tener algo tuyo. Es un beso obstinado, un beso que aún no se enamora, un beso teñido del néctar de tu beso que deambula, errante, por el universo de los besos perecederos que vayan a pretender enamorarlo.

La espera es impaciencia para este beso, pues no necesita vestirse ni maquillarse de otra cosa para simular ser un beso… es un beso redundante y urgente, que implora y declama poesía, antes de mirarse a los ojos con tu beso.

Nadie sabe que pasará el día que llegue ese momento, nadie supo nada de estos instantes en que, caminamos de la mano, asombrados por las sensaciones que nos provoca esta catarata de besos; debe haber un beso que encierre y contenga a todos los besos.

Grabados quedan en mi humanidad entera, todos esos besos que germinan en mí.

Nada queda ahora librado al azar, tan sólo la posibilidad precisa de darnos un beso… no hay manuales, teorías o reflexiones al respecto; todo concluye en un beso.

Voy viajando mientras la ventana se nubla de pasajeros, camino al destino que me conduce, rumiando el último instante, perdido en medio de las calles y el sopor del anonimato que me rodea… reconstruyo todo lo que fue anoche, las narices heladas, el abrazo que antecede a la despedida.

Dejo un segundo de pensarte y me olvido de vos, sólo por un suspiro... recuerdo que algo me olvidaba… Dejarte un beso en la boca, de esos que no se nombran, pero que son los que nombran a nuestra historia.

Dos seres que se aman, que olvidan los alrededores y que, sin estar presentes, bailan en la fiesta del beso.

lunes, 29 de julio de 2013

Capítulo 78 “La verdad”



Vos en formato dulce y fascinante, como un bucólico paisaje en invierno, mientras sorbo una taza de café y deshilacho madejas de un tejido de esquinas que me vieron sonreír con deseo.

Estoy definiendo, con precisión, quien soy y estás indefiniendo lo que podría ser. Estoy escribiendo, con más desborde emocional que creatividad, una historia para contarle al mundo.

Te quiero decir mucho, algo, quizá nada… es decir, decir lo que siento pero sin decir ni redecir lo que no te diría.

Hay esquemas donde la pintura es descifrar misterios y donde es la acción de mezclar tonos sin saber por qué. Será cuestión de sentir o de buscar sentido en las cosas, de creer o crear, de subir o volar, de querer o amar… mientras tanto, el tiempo se vuelve tirano y ambienta el sueño que decoro con extraños colores.

Y entonces todo se vuelve un permanente San Valentín, un escenario cargado de alegorías y sensaciones, un helado de sambayón y chocolate o un abrir y cerrar de ojos que dura la eternidad de un tango o una milonga.

Mi corazón me manda señales y yo le obedezco a cuentagotas, hay canciones que no se olvidan y besos que no desaparecen, hay calles que se caminan y otras que mueren mientras las vivencias se extienden al común de la gente.

Me siento malherido esta vez, quiero buscarme un camino donde no estés y todo el tiempo estoy encontrándote, lo mío es el amor y lo tuyo la aventura desventurada de hacerme sufrir e irte sin decirme adiós.

No puedo llegar a destino sin perder un minuto donde podría decirte miles de cosas que terminan siendo una sola… Te amo.

Siempre supiste que yo era transparente como el cristal que envuelve la circularidad de tus ojos que han dejado de expresarme cosas, sigo pensando que fuimos felices al margen de la acotada prolongación del sueño que soñamos.

Acá o allá, en Buenos Aires o en el país de lo imposible… pienso en vos.

Salís a buscar la agradable compañía, ocasional o perpetua, de alguien que pueda lamerte la herida cortante de un proceso que te hizo enorme daño… todo va en múltiples direcciones y con sentido invisible. Entonces el desacierto está en la no acción, en la dejadez, en el privilegio de comprender que un amor marca y define la historia en forma asombrosa.

Siempre esperando, nunca desesperando y, sin embargo, la pandemia del amor no correspondido avanza y se prolifera por toda la tierra.

Dulces años de inquietarme con tu ausencia presente y tu presencia ausente. Un resonar de tu voz en mi memoria deshecha por tu recuerdo tangible y asesino. Y cómo puede ser que hayamos saboreado una derrota a dúo? Y quién te dijo que el derrotado es sólo uno? Cuando es que sucede lo imposible? Dónde nos encuentra la lluvia siempre que sentimos que amar es un acto de libertad y ensueño?.

Son respuestas que se encuentran en el amor como verbo y no como sujeto.

Puedo ver nacer la flor, suelo ver mi alma envuelta en el cielo del dolor… y todo sabe a carnaval y poco puede ser infinito en invierno.

Los meses que han pasado hoy, son cuentos que resumen la ecuación y destrozan el color y el calor de un verano que apenas aspira a ser un pequeño anhelo.

Puede ser tu corazón, puedo ser honor, vergüenza o un mal trago en vacaciones que hablan el idioma de los gestos y el silencio.

Llegaremos a septiembre hechos dos puertas entreabiertas que esperan la llegada de un huésped que encuentre la puerta hacia el corazón, y podés ver la flor nacer, impregnada de sed, sal y ozono. Mero acto de sinceridad en un rincón donde la mentira es el acto humano más premiado, mientras yo me dedico a buscar un soplo de vos en cada lugar donde estoy.

Entonces hay una casa, una cuevita donde los habitantes somos nosotros y el ambiente es un punto geográfico en la más austral de las galaxias, suena un bandoneón que nos habla en idioma musical y nos cuenta que nació en medio de un mundo bautizado Abasto.

Y lo irracional empieza a jugar en nuestra historia porque somos irracionalmente amor y racionalmente infinitos… consecuencia de la razón como motor del amor concreto.

Vos mintiéndote a diestra y siniestra y yo contándote historias que quiero volver verdad mientras tus manos abran sus ojos y vean que las mías son una invitación a ser tomadas con fulgor.

Ecos y resabios de un pasado que revive en el presente, mientras el futuro se aleja con dolor por lo que no será nunca… sujeto.

Y yo te quiero dar lugar, genealogía, canciones, lo que no tenga y lo que invente.

Puedo afirmar, con delicada sinceridad, que aunque el mundo y la vida mientan todo el tiempo… la única verdad que existe, cuando vemos el calendario de lo vivido, es habernos conocido.

jueves, 25 de julio de 2013

Capítulo 77 “El reflejo”



Nos miramos, gigantes, frente a un espejo que no nos enfrenta, sino que nos complementa… no me alejo sino que me elevo, con gracia, para contemplarte e invitarte a que vengas conmigo hasta este punto donde las calles no se cruzan sino que nacen unas de otras, donde el color es la síntesis de un sueño profano, y nosotros somos la sangre que aviva a esos colores que nos atraviesan como si de una gran tela se tratase.

Entre la indecisión y la intrascendencia del tiempo, nos permitimos respirar aún sabiendo que los riesgos que corremos son importantes.

Y hoy, mientras escribo un puñado de metáforas improductivas en tu nombre, me dejo romper los cristales del dolor por cualquier viento ocasional que circule alrededor mío, cuando la noche me abraza con desprecio y el día es la condena que me toca vivir, mientras se extiende infinito y traslada la fiesta hacia otras latitudes.

Dulces y ambivalentes recuerdos que recorren las galerías, pertrechados en algún rincón donde supimos hablarnos de amor.

Es un mundo de escenas que se repiten, casi cotidianamente, con la magia inexorable y las consecuencias que van a venir en forma inesperada. En un momento donde las incongruencias y los desniveles son el ritmo que se respira, yo quiero respirar un beso tuyo de esos que me dejan sin reacción ni posibilidades de vida, porque traen consigo la pureza y el asombro de comprender que podría morir de amor al ahogarme en la humedad cálida y profunda de tu beso.

Los sueños se vuelven delicadezas cuya impronta se inmola cuando la lluvia no viene y el paisaje padece la sed de seguir siendo un simple paisaje.

Cerramos los ojos para soñar y ocultar verdades que las palabras callaron, cuando estábamos frente a frente y la delicia del aire sabía a perfume de media estación. Las palabras son sordas cuando emergen, las miradas son mudas cuando desean ver siempre lo mismo y el día se muere si no nos pensamos al menos una vez.

Arpegios de cuerdas que encantan ese momento en que el café es apenas un actor de reparto, semblantes sonrojados por un acercamiento efusivamente caprichoso y negador, tu cabello que permanece quieto mientras la inquietud de mis manos se acelera cuando el deseo de acariciarlo llega al clímax.

Una merienda de esas que uno no olvida aunque quiera, los momentos duran lo que las voluntades de hacerlos durar quieran.

Detrás de ese muro de humanidad, intuyo que hay algo más que un efímero momento casual… acorazada y perpleja, sucinta y transgresora, interminable y hermosa. Estar feliz es poder llenarte de mis ganas de abrazarte y conjugarlo en un interminable abrazo de esos que son tan enormes, que parecen atemporales.

Endulzamos la vida con momentos que no se terminan, saboreamos el día a día con encuentros y desencuentros que nos vuelven más o menos felices, pero la intención de la felicidad está y es más importante que la concreción del artificio nebuloso llamado felicidad que todos pretenden como fin, escondiendo o perdiendo, de ese modo, la posibilidad concreta de dejarse besar por el amor verdadero.

Y entonces nos dejamos de pensar por un segundo y reflexionamos… nos ponemos a evaluar las contingencias que el mundo trae aparejadas y comprendemos que hay algo más que un simple ejercicio de admiración mutua.

Caminamos, compartimos, debatimos y nos seguimos mirando con poderosa atención… el tiempo y las cosas parecen desaparecer cuando nos enfocamos en esa retroalimentación feroz que nace de nosotros, a veces un simple gesto acompaña y basta para que las maravillas aparezcan en un instante.

Sin entender lo que ocurre, dejamos que acontezca en forma natural.

Después de todo, afirman muchos que el amor es un efecto de acción y reacción que nos encuentra desprevenidos, sin más que nuestros propios corazones para comprender que se trata de un estado de debilidad pero colmado de fuerza inmaculada.

Hay momentos en que quiero decirte todo y hay momentos donde no te digo nada… pero siempre estoy diciéndote mucho y nunca dejo algo sin decir. No pronuncio palabras sino que me miro cuando te miro y no quiero despertar.

De esos estamos llenos y, sin embargo, no hay fotografía que pueda capturar el segundo en el que nos decimos amor sin decir palabra.

Reímos, nos enojamos, sonreímos y nos dejamos ser en medio de una muchedumbre que cree entender el mundo según sus reglas.

Nosotros y un solsticio que se ha marchado.

Andamos la vida sin amarnos y sufriendo por no hacerlo… todo lo demás es parte de una acción que nace de esos espejos que nos visten y desnudan nuestra tierna distancia.

Las esquinas ya no hablan de nosotros y extrañan nuestras estadías.

Voy buscando una señal mientras me pierdo en tu desorientación involuntaria… vas pidiendo una canción mientras te canto melodías.

Hoy y ayer igual que mañana y pasado…  un reflejo reflejado en una simple reflexión.

domingo, 21 de julio de 2013

Capítulo 76 “El viernes con cuerpo epistolar”



Hoy quiero escribirle a la tristeza… no una tristeza meramente triste o apenada, tal vez hable de otro tipo de tristeza. La tristeza no siempre simboliza un momento de profunda pena o de abatimiento, los momentos más tristes de los mortales tienden a asociarse a un malestar debido a alguna situación inesperada, fortuita, tácita.

Hola mujer:

Hoy te confieso que hay un nudo dentro mío que estalla en mil partes, que desacelera todo este amor que se hizo amor muerto. Tu incandescencia brilla para mí en esta oscuridad inigualable.

Hoy me acordé de vos, de nosotros, me olvidé de mí casi instantáneamente cuando surgió la imagen de tu sonrisa coronando el frío asesino de una ciudad que duerme una siesta infeliz. Y tu perfume invadió mi cuarto, mi almohada, mi sensación de pretender que la soledad fuese una dulce compañera.

Ayer fuiste todo un suceso, un irremediable y repentino suceso repetido, inmortalizado en la genealogía de los sucesos que no dejan de volver, porque son inmortales. Vos actuando de inmortalidad de los días y yo reviviendo y reavivando días de amor mortales.

Ahora vos estás en algún sitio desconocido por mí pero no por mi pasado que supo andar por donde vos andás…

Ayer también éramos un miedo leve, un temor asombrado de tanto devenir coincidente, menguados como los sueños del Buscón y calcinados bajo una lluvia de amor que mojaba nuestros cuerpos hechos de esferas.

Ahora que lo pienso bien, podríamos estar celebrando la venida del amor que negamos, acostados en este semioscuro y abatido rincón que habito en un punto del mundo, pero seguimos tomando rutas equivocadas, y nuestro sentimiento se ve desatinado, porque somos amor y no tenemos lugar en este lugar.

Y es q el amor no tiene secretos hasta que uno encuentra que el amor es un escollo que se soslaya con paciencia. Es lograr medir las dimensiones del mundo que representa esa mujer q te envuelve… y yo envolviéndome en tu abrazo, podría mirar a los ojos a la felicidad y decirle: este lugar, es donde quiero dejar que mi cuerpo se extienda sin culpas.
Es tu cuerpo el lugar que puede encender mi pasión por la vida y tus manos, la caricia ascendente que me lleva a ascender a la cima de la montaña donde tu nombre duerme el letargo que el poeta no ha logrado romper.
Y mi presente es estar con vos, porque mi futuro es esperarte sin dudar que el amor pueda besarnos la boca.

Tu boca irradia mágicos momentos donde quiero ser protagonista, mi boca exhala palabras que impactan en tu inconsciente en forma ontológica, sin dar aviso, deshojando un sinnúmero de historias que toman vida cuando las escribo y no dejan de amarte por darles vida eterna.
Siempre quise ser tu mitad, hermosa e implacable mujer del temperamento fuerte, voz radiante de multitudes donde sólo nosotros nos decíamos amor sin pronunciarlo, dulce primavera enfriando en otoño que nos encontraba fundidos en impacientes horas de deshoras que no podíamos atravesar.

La única opción era la de frecuentarnos a cuentagotas, escribiendo los conceptos del amor que resucita cuando nada se interpone entre nuestras miradas que se buscan con frenesí.

A veces no comprendés la geografía que nuestro amor abarca, preferís interponer en el medio la responsabilidad de vivir, sin entender que sin amor no vivimos, sino que nos hiere de muerte su ausencia.

Y en este momento, mientras veo caer la lluvia que impacta contra el mundo, donde las calles se dejan bañar por pasos que luego, con el tiempo, desaparecen, puedo confesar que mi confesión es sincera, porque contiene toda tu vida en mi vida, y así, hacemos la vida misma con el simple hecho de esperar un viernes para saber que vendrán los días en que pensarnos o vernos, no será como en el común de la gente, que se encuentra a planificar el amor sin vivirlo.

Porque siempre te afirmé que el mundo estaba hecho de amor, y porque quiero salvarme del mundo… vuelvo a decirte, como la primera vez que te hablé, que el amor viene a salvar al mundo.

Tomá mi mano y salvémoslo… el amor somos los dos, fundidos, eternos, perfectos… hechos uno y mil al mismo tiempo.

El viernes termina por fin. El reloj marca que es tarde y que el sueño empieza a encontrarme debilitado y pensando en vos…

Dulce tres nocturno a las mil y una noches de un viernes que me encontró pensando en todo lo que vendrá.

Gracias porvenir.

Con amor y arte… quien te ama.