Hacia dónde ir, cuando la noche se hace una extensión de cada momento
que no vivimos aun? Empezar con un interrogante es pretender responderlo, sea
en modo indicativo, en tiempo pasado o perdido en medio de una constelación imponderable.
Quiero ir a “Strawberry fields” si me llevás, a tu cuerpo si me invitás
a pasar y al infinito si tomás mi mano sin timidez.
Todo se inició casualmente, inesperadamente, lejanamente… Un destello
de dejadez y algunos dibujos fueron el momento inicial, la continuidad fue el
resto.
Estoy llegando a la casa al fin, estoy golpeando la puerta de tu vida,
no lo notás aún, no es relevante en este momento hacerlo, mientras tanto, sólo
queda esperar que las distancias se debiliten y permitan la coronación, real,
de una historia que nació de una alocada fantasía mental.
Me desmayo y reposo en tus sueños con dulces resabios de lo que nos
dijimos antes de entregarnos al mundo de Morfeo, despojados de todo prejuicio y
con colosales deseos de seguir soñando. Vos y un santiamén en esta boca
sedienta, perpetuada en tu voz que elucubra sensoriales suspiros de mi soleada
existencia, dormida en tu cama llena de colores.
El mundo pende de tu alada espalda, llevame dos segundos a viajar a
través de la noche y enseñame a no temer a este cosquilleo que adorna mi plexo
solar, desde hace ya un tiempo.
Cuerdas, vientos y letra, risas, notas y fotos, anhelos, sintagmas y
ensueño… toda una combinación, precisa, de elementos abióticos que enumeran uno
y cada uno de todos esos sucesos que supimos atravesar en nombre del amor que
nos define y redefine el sentido de estar vivo para seguir escribiéndote asombrosas
historias que quiero vivir a tu lado.
Desarmando rompecabezas, diseminando semillas de almíbar, iniciando el
camino que se reinicia con la misma naturalidad que nuestro tiempo vuelve a
cero, reiniciando así, el ciclo del amor ascendente y vital.
Hay música y musicalidad, cadencia y movimiento, forma y eternidad en
cada uno de los sucesos que fueron dando aire a esta bocanada de aire que se
viste de líneas prosaicas y aparece frente al espejo, cada segundo que en vos
pienso y mientras cuento los días para llegar a tu regazo y elevar al amor
hasta la cúspide del amor mismo, vestido de fiesta para nosotros.
Entre crónicas y salvedades, mojamos las bocas en agua impoluta, agua
bañada en besos que nos prometimos alguna vez, mientras los testigos del
encuentro entre un mortal y el astro rey, obnubilados, asistían a la ceremonia
de nacimiento de la felicidad y el bautismo de fuego de ese primer paso que nos
decidimos a dar, una vez que los diluvios cesaron y permitieron que la cercanía
asomara su silueta.
Tibias lluvias se ven venir, sin quererlo, nos convertimos en canciones
que cerraron la puerta para que nadie entrara en este lugar que, con dedicación
y entusiasmo, preparé como refugio para amarte lo que reste de esta vida y las próximas
que me toquen vivir.
Siempre esperar a que llegaras, todo el tiempo descubriéndote y reinventándote,
segregando lenguajes, dialectos y palabras para envolver en papel de regalo,
cada verso que desfilara por mi interior y representara tu piel candente, una
noche que no terminara nunca.
Acá donde el fin del mundo es una tempestad, un torbellino de palabras,
una caricia de dios, acá de donde me quedé esperando a que vinieras a
encontrarte con un beso, un abrazo y una mirada que te condujera, por los
pasillos de este enorme laberinto, hasta la estación del amor.
En medio de dudas, desencuentros y desengaños, elegimos elegirnos con
el para siempre como denominador común y esas ganas de morir de amor como
destino, un circulo tridimensional y miles de gotas danzando sobre nuestros
cuerpos fundidos con la intensidad artesanal de dos mundos que se unen en una
misma órbita, para recorrer la geometría corporal del acto sincero y la aritmética
que afirma que uno más uno es nuestro amor.
Fueron los indicios de un momento que se disolvió en palabras
interminables, repetidas, enamoradas de esa representación anacrónica, donde
dos éramos una sola respiración exaltada y profunda, que pintaba retratos de un
lugar donde lo imposible es realizable y lo mágico es encontrarnos ahí mismo.
Eran un puñado de pasos que dar y decidirnos a sentir, enterrar el
silencio en el mar y desafiar a la gravedad hasta encontrarnos flotando juntos.
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