Capítulo 84 “Las líneas”
Entre
geometrías sensoriales y espejos incandescentes, fluye un camino discontinuo,
sembrado de sonrisas que enaltecen cada recuerdo, cada abrir y cerrar de ojos
que me haya encontrado mirándote sin detenerme en el aspecto mustio de tus
pupilas que cantaban una milonga aciaga, en medio de una tormenta invisible,
una noche en que fuimos dos melodías llenas de ternura.
Supiste,
alguna vez, que mientras te reflejabas en el agua cristalina de alguna ola, yo
te extrañaba, contemplándote toda entera?
Era
el comienzo, el prólogo virtual de un escenario inesperado, de una epifanía
desdoblada en dos vocales y dos consonantes.
La
frecuencia y el vino en una copa solitaria, el desvarío y la reincidencia en
actos deletéreos, fugaces, inverosímiles. Una máquina de contar historias en
medio de una noche tranquila, rodeada de fervor y pieles.
Yo
te escribo desde estas líneas absurdas, innecesarias para vos, que no sabés
nada de mí, pero urgentes para mí, que quiero saber todo sobre vos.
Quiero
tu compañía porque quiero aventurarme en tus manos, mientras la lluvia golpea,
con suavidad, los vidrios de la ventana. Susurrarte líneas versadas para que
duermas con el testimonio fiel de mi amor por vos, congelar las agujas del
reloj y no decirte más que un beso en la boca, mientras el caos invade al
lenguaje y nos volvemos a mirar sin atenuantes.
Y
empiezo a recordar que la casualidad se hizo un lugar determinante, que lo real
se plasmó en un puñado de signos que elucubraron demasiado amor, casi
inocentemente, sin desvaríos ni fronteras.
El
azar, mi amor, resultó un segmento continuo, sin principio ni fin…
Y
las líneas fluyeron. Curvas, rectas, completas, discontinuas, una sucesión de
puntos que fueron uniéndose hasta volverse un camino lineal y sin retorno. El amor
contagia y adorna cualquier ruta que andan los que se encuentran por fin, después
de tanto buscarse.
Y
supimos llenar de colores, un espacio que dormía en tardes grises como el fondo
del mar que no conocemos, pero que imaginamos coloreado por nuestras pieles
fundidas en primaveras friolentas, azarosas y suntuosas.
Las
gracias no alcanzan cuando la semirrecta proscribe el simétrico amor que
vivimos en constelaciones azules.
Yo
te hice un regalo sin conocerte, y fue la acción de imaginarte, inventarte y
buscarte incesantemente por todo lugar donde tu nombre respirara.
Te
dije mil cosas, te cité en diversas esquinas, te invité a las mejores salas, te
cociné mis mejores manjares, te paseé por los paisajes más asombrosos, te
dediqué los más gloriosos segundos de mi vida poética.
Mientras
tanto, vos golpeabas en mi plexo solar, simulando un insignificante interés,
obturando las melodías de mis ríos de canciones, cuya corriente fluía con la
fuerza de un beso expectante que se escondía en un sillón de Almagro.
Y
te brindé noches enteras, pedazos de historia, fragmentos de tiempo, una bolsa
llena de puntos que, alineados, construían la línea de un amor que te di en su
totalidad, porque no quería ni quise nunca, perderme la sorpresa de tu mirada
al oírme decirte todo lo que te amo.
Yo
le puse nombre a la historia de dos niños que jugaban a enamorarse, mientras
las latitudes terrenas se encargaban de no comprender nuestro desafío de
atravesarlas.
Un
millón de todo lo que sentí por vos, hace a la totalidad del amor existente en
el mundo.
Nos
queda el esbozo de un beso pululando por los rincones del quizás, que erige simbólicas
migraciones de suspiros que se pierden en el tal vez del destino…
Restan
pocas líneas para terminar de trazar la línea temporal de un amor que se miró
al espejo antes de encontrarse con nosotros transformándolo en acción galopante.
Amor
es acción y amar es lo que siento cuando te veo venir, dormida, inconmensurable
y llena de tu nombre que bautiza canciones en el universo de la musicalidad
divina.
Los
milagros que se desvanecen como mi respiración en tu boca llena de ausencia.
Darle
forma a los trazos es pintar colores… vos sos mi color favorito.
Que
vengas es descubrir la proporción áurica… que te quedes es comprenderla… que no
te vayas es eternizarla.
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