Capítulo 82 “El artista”
Toda
la vida con vos fue arte, es arte y será arte… un cúmulo indefinido de
perspectivas transitivas que no culminan en un simple devenir o en una muerte
lenta y dolorosa.
Parece
insólito confesar esto en un momento coyuntural de enamoramiento ambiguo, de protocolar
paz derramada por todo el cuarto, de inesperado almíbar fluyendo de cualquier
rincón que nos hospede. El amor nos atraviesa inesperadamente con una dosis de
arte inimaginable, adornada por increíbles aventuras que quedan dormidas bajo
un sepia que las colorea hasta transformarlas en dulces recuerdos de arcón.
La
vida es arte porque debí imaginarte cuando ni siquiera tenía pensado imaginar,
venerarte ante todo, inventarte en medio de vacíos repetidos, mirarte sin
verte, soñarte despierto. Sin arte no hubiese querido buscarte, encontrarte y
nombrarte amor entre peregrinaciones de mortales sumidos en el cosmos de la
sinrazón y la apatía, el desconcierto y la herrumbre.
El
arte de los que se ignoran pero que, inevitablemente, están llamados a ser un
encuentro de esos que duran eternamente, el arte como un modo impensado de
trascender entre zozobras y dádivas amarretas de los que aman con los ojos
abiertos… penurias y deseos de ser un fragmento de tu vida cincelada por algún
dulce artista morador de las constelaciones lejanas que desconocemos.
Un
poco de arte en tu boca es un soplo de aire más, en un lugar que habito
desabrigado… es invierno y el frío me encuentra tendido en tu cuerpo hecho de
arte y calor de verano, de estrellas y sedimentos varios, de tango y canciones
de amor inéditas. Un poco de arte y secuencias colmadas de un escenario donde,
sin ser el cuerpo de una historia de amor, somos protagonistas de esta
historia, que determina, de algún modo, un recorrido y un punto cronológico del
amor en su periplo incierto.
La
vida, junto a vos, es arte porque he decidido marcar un contorno en la vida,
para darle forma corporal al amor de mi vida.
Lluvia
menguada, libertad peregrina, la canción desesperada ante la urgencia de tus
besos matinales… yo y mi vida invisible ante la inmensidad de tu piel hecha
ciudad, rincón o boceto.
Y
tuve que cuidarte antes de abrazarte, besarte y amarte… crearte, esbozarte,
dibujarte con el arte del tiempo a tu lado y el destiempo insolente en medio de
numerosas noches donde el arte se traducía en contemplarte, hablarte y amarte
con el alma de un trapecista inspirado, caminando por la línea que iniciaba el
trazo de tus sueños.
Dicen
que hay historias inolvidables y que son aquellas que no dejan de revivirse
todo el tiempo.
La
cama y nosotros tendidos sobre ella, elucubrando esferas azules que
acondicionaban el espacio exterior, antes de caer sobre nuestros cuerpos
desnudos en una oscuridad reinante. El arte de lograrte como obra eternamente
única, sin resignarte al viento, expectante de tus veintiún gramos suspendidos
en el cielo y celarte entre torbellinos y nebulosas consteladas, que me
permitían constelarte como si un éter entero, constituyera tu humanidad
omnipresente en nuestra habitación colmada de nosotros. Besarte una y cada una
de las moléculas que me llevan a amarte con fervor, en una oscuridad donde
descubro la cadencia, curvilínea, de tu femenino devenir denominado mujer.
Imaginarte,
venerarte, inventarte, mirarte, soñarte, buscarte, encontrarte, nombrarte,
cuidarte, abrazarte, besarte, amarte, crearte, esbozarte, dibujarte, contemplarte,
hablarte, lograrte, resignarte, celarte, constelarte, escucharte, conquistarte,
suspirarte, cristalizarte, reinventarte para inmortalizarte sin nada más que
este compendio de palabras que respiran arte y me llevan a abrir la ventana
para esperarte a que regreses y así no sufrir el acto cruel de tener que
extrañarte en demasía.
La
vida, junto a vos, terminó por ser un anhelo… la continuidad del tiempo
perdido, la levedad de un amor infinito que me lleva a creer que un mañana
podré despertarte, entrar en tus ojos para confesarte que todo es posible
cuando estamos fundidos en un solo verbo, en una sola palabra, en un asombroso
paisaje de ensueño y flotando, buscando algún espejo donde reflejarte y mirarme
en esa acción que me lleve a pensarte, llamarte mi amor, mis días, mis vidas…
mi oro, mi cuento, mi vergel y adorarte.
Escribirte
rimas, prosas, versos e historias para contarte… escuchar Muchacha ojos de papel y por las noches, cuando el sueño se marche,
cantarte… y ser en tu penar, el motivo central que te lleve a alegrarte.
Ha
pasado el frío y asoma el verano, nos esperan las flores, las tardes y los
ruiseñores.
Esta
es la historia de un artista que quiso flotar antes de ser tuyo, de ser parte,
de ser un segundo en tu abrir y cerrar de ojos… un poeta vagabundo y
confundido, malherido y huérfano, acorazado y enamoradizo, terco y perseverante
que un día, ante la ausencia de verbos, eligió elegirte y conjugarte.
La
vida es un ciclo, una línea o una simple epístola que no terminamos jamás de
leer entera, se vuelve mezquina cuando cerramos los ojos definitivamente, se
vuelve un cajón lleno de momentos que se amontonan o una simple hoja de papel
en blanco para ser escrita.
La
vida con vos fue, es y será arte, mi vida… será amarte.
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