Capítulo 58 “Las excursiones”
Desperté
festivo, con tu figura extendida en medio de un torbellino de nubes, situados
en algún lugar inusitado. Tu cama azul es un escenario digno de recorrer, es el
laberinto donde busco la sensibilidad de tu cuerpo tendido en ella, mientras
afuera no deja de llover sol y adentro no dejan de llover astros.
Es
un segundo que nace mientras mueren las horas en esta recorrida, en este
asombroso viaje. Me desvivo por la ternura insospechada, por el desnivel sobre
el que duermo cuando me dejás acostado en tu pecho desnudo. Tus devenires son
mis constelaciones, y todo es ebullición y ósmosis, un terrenal y venturoso
rito.
Recorrerte
con ansias, justificando el encuentro a través de miradas, de líneas que
trazamos en la nada, mientras las manos hierven, el cerebro relaja y las
vestiduras quedan suspendidas en el aire. Nosotros y una declaración de amor
impoluta, desenvuelta entre tanto odio reinante, sincera en gran medida porque
es nuestra declaración de amor…
No
te haría más mal, que matarte con todo un cielo de besos dulces, adornados, de
esos que no se acaban, porque caen intempestivamente desde una cascada.
Pero
para qué ser tan cursi si puedo ser más real y actuar junto a vos, en esta obra
de teatro que el amor nos ha escrito.
Hay
paseos que me encanta compartir, hay una vida cotidiana que irrumpe con fervor
mientras nos abrazamos en plena calle, sin vergüenza ni mesura… porque somos
dos esencias que pululan por el mundo sin advertir que el mundo vive de nuestro
andar errante.
Somos
un artificial submundo de poesía y colores… una noche de nostalgia y espuma,
sobre un cielo desnudo y azaroso.
Cada
mañana que me voy, me llevo un beso tuyo, un desayuno y un llamado que se
extiende, hasta que te despierto y te digo que ya estoy extrañándote de nuevo. La
dinámica y el tiempo del ensayo, la ternura y el vocablo de un inesperado estado
de liviandad.
Yo
te escondí una declaración epistolar en un cuadro, yo te hamaqué en un columpio
etéreo, yo te adoro como si se tratase de una veneración monárquica y yo fuese
un súbdito del reino que construí para que vos reinases en mi vida apenada.
Todo
este tiempo es un fiel reflejo del estado ideal del amor, compartimos alegrías,
tristezas y un tiempo acorde a lo que nos unió. La música, el cine y los bares…
el testimonio de nuestras excursiones, la delgada línea entre vivir y amar,
conjugada en nosotros, dos mundos que se aman con dulzura y vierten su amor en
blancas hojas nevadas de invierno en Buenos Aires.
Bolsones
de caramelos, porciones de torta en meriendas casuales, caminatas hermosas
mientras el perro se divierte y nos ve regalarnos un segmento más de vida, una película
un domingo a la tarde, un paseo por el centro, San Telmo o el barrio chino en
Belgrano.
Son
excursiones por tu cuerpo, cuando te respiro la piel y acaricio mi cara contra
tu espalda, cuando tu cuello le hace cosquillas a mi barba, o cuando tus
piernas envuelven a las mías asfixiándolas.
Y
podríamos irnos a Ecuador, a Europa o a China? Claro que podríamos, y no es
necesario desesperarse mientras sepamos que el tiempo que resta es inmenso y en
grandes cantidades. Espero esperarte mientras pueda esperar que esta espera no
sea esperable y duradera… vos sos una parte de mí que si no permanece, mi respiración
se ve influida por el mundo que no me deja respirar.
Y
las excursiones más significativas de mi existencia, están representadas por
cada beso, cada sonrisa, cada ilusión nueva… y todo es con vos y por vos… y
todo es con vos y para vos… y todo lo hacemos vos y yo.
Por
eso hay un mapa de excursiones donde te estoy invitando a que me acompañes.
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