miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo 66 “Do re mi fa sol la si… universos y cadencias”



Oír la musicalidad de tu voz generando espectros de luz en medio de la oscuridad… Barrio desierto, una lagrima suspendida en medio del vacío existencial que determina un corazón asesinado a sangre fría por la delicadeza angelical de una mirada tierna.

Es como escucharse un domingo entero Desatormentándonos del Flaco Spinetta en forma repetida, como desatormentar un disco dominguero de los tormentos que una suave voz genera en él.

La canción es un invento del poeta para trascender la figura celestial de un tiempo que se marcha inexorablemente.

Me guardé un beso para el próximo reencuentro, lo dejé en tu mejilla cuando, mirándote con cara de resignación, te dejé partir hacia tu morada, mientras me quedaba en medio de una oscura plaza, suplicándole al reloj que detuviera su latido en ese preciso instante en que partías… dejándolo morir en tu boca sinuosa, reverdeciente, aceitada, sumisa de un impulso que evité tomar, para no lastimarla.

El claroscuro de la luna en llamas, la nostalgia de una bohemia noche donde el café pasó a ser coprotagonista de nuestros sincericidios. Un dulce devenir en abstracto, desenredando la madeja de un hilo que no conducía sino a la concreción del amor en miles de semillas germinantes.

El desencanto es que me encantes con locura, sin saber que hacer cuando surgís con inocencia repetida, es ese deseo de sentirme único frente a vos, porque vos sos el espejo donde me reflejo, ese laberinto inhóspito y colmado de magia real, concreta, perpetrada a través de historias imaginarias.

La mortalidad es una figura, definitivamente, liberadora cuando los tormentos azotan la existencia. No conocí el amor hasta que comprendí que estabas frente a mí y que el amor mata.

Vos y yo como protagonistas de este nuevo ciclo, haciendo mundos en el mundo, nubes en las nubes, sueños en los sueños.

Somos una nueva era en medio de torbellinos de años, que se hacen añicos cuando los erosiona la maquinaria de la intensidad moderna, el stress y el psicoanálisis.

El sonido tenue de una siesta, el zumbido implacable de un atardecer invadido por nuestros desencuentros. Las casualidades que evitan ser causales de una certidumbre apenada por el resabio pretérito de un tiempo desolado por las calles repletas de vos. Mientras el frío congela la atmósfera, yo pienso indefinida y repetidamente en vos, me dejo llevar por la germinación de una tarde donde nos encontramos frente a frente, con las multitudes como testigos y mis ojos deslumbrados por el brillo insoportable de tu sonrisa plateada.

Te propuse construir los pilares de nuestro inminente amor, nos dijimos lo suficiente para entender que de amor no se vive, pero sin amor es inexorable la muerte, fecundación y desasosiego… las manos de Dios a veces no alcanzan a crear el escenario donde los seres se dejan encontrar. Todo puede quedar atrás cuando mis labios quieran morder el terciopelo de tu humanidad desnuda frente a mí, y yo todo lleno de inmortalidad me lanzo con desenfreno sobre vos, y te suplico una caricia, y te robo un segundo más para que no vivamos un segundo menos, imploro un infarto que detenga el andar de este corazón que se ha enamorado inocentemente.

Y abatido, me dejo morir en tus brazos petrificados de no abrazarme, aun cuando la música sigue generando panoramas almibarados y deshace la arena de un reloj que divaga anacrónicamente su funcionamiento.

Y las notas que enumeran cada paso de baile que no damos, mientras nuestras miradas bailan valses y sacuden la modorra del otoño que nos dejó clavarnos un arpón en el centro de un universo que ya éramos antes de conocernos.

Puedo quemar mi pasado si puedo obtener el regocijo de un tentempié de tu voz pronunciando mi nombre, puedo abrir mi mente en dos partes congruentes para que puedas visualizar las millones de veces que convivís conmigo, puedo generar el panorama imposible, la disminución del invierno si tenés frío, la extensión del verano si nos llegase a encontrar tomados de la mano al amanecer, desandando una geografía imposible.

E imposible es desnudarme entero, dejarme ver por vos en total inocencia, un estado colmado de musarañas que acuden a mi sueño despierto, yacente en medio de una peregrinación de cuerpos deshojados, que fueron páginas de tiempo que se fue. Morder, con avidez, el sabor de tu sed posando en la lente de mi retina que esconde tu imagen, casi como ocultando un tesoro inimaginable.

La palidez de tu cara empapada de pecas y fulgor… un tímido hola y chau que se volvió un lugar cada vez más amplio, situado en la cima de un beso que se viene postergando, a pesar del secreto que esconde nuestra negación continua.

Y yo, simplemente yo cuando tu presencia explota en mi timidez, me quedo admirado por tu capacidad para deshacerme con una facilidad pasmosa.

Los tonos comienzan a derrotar al silencio y la musicalidad se vuelve universal… casi como decir un verso en medio de una paz que pide clemencia a tanto devenir espontáneo que hemos hecho surgir con nuestro encuentro.

Añorarte casi desde que te vi ahí, frente a mí, sabiendo que nuestro momento había llegado por fin…

Ahora es la música lo que nos alimenta, ahora somos alimento musical para nuestros deseos de colores. Ahora sos vos… ahora soy yo… mañana seremos lo que ahora no somos.

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