lunes, 15 de abril de 2013

Capítulo 53 "La coronación"


Estuve haciendo tiempo mientras el tiempo nos iba haciendo, un titubeo sin límites, un tango mustio enumerando hechos concretos que no se concretaron. Y fuimos una fiesta corta, un brindis efímero, un mínimo evento un lunes por la noche.

Otros imaginaban un porvenir, una estación seca o un frío secular, nada de eso… un sortilegio, un devenir, un asombro entre mil caminos que iban desapareciendo, un tempo imperativo, una eclosión de noches… todo se hallaba en la celebración.

Los momentos duran lo que queremos que duren… mucho, poquito o nada, pero duran. La durabilidad y la frecuencia son parte de tiempos que se unen a otros tiempos pasados y erigen un único momento donde nos dejamos ser un momento más.

A la distancia nada puede entenderse, la mentira de la perspectiva es la enumeración feroz de las conveniencias que no coinciden o no se hallan… los seres humanos guardamos una carta todo el tiempo, nunca el amor se parece a su cara, sino que depende el maquillaje que lleve entonces.

Hay niños que se vuelven cuerpos maduros y ensayan un nuevo capítulo del amor ocasional, hay otros que buscamos amar para probar un amor que no sea de gourmet o de menú accidental.

Lloramos y nos consolamos como dos peregrinos que encaran el viaje, místico, hacia el destino incierto, donde las aguas bañan toda pretensión de la fatalidad, y enaltecen el sentir hasta volverlo una gran constelación.

Dibujamos, andamos, nos sentimos cerca… no lo notamos, los cuerpos pueden más que todo, las miradas que se repiten en este relato, son el indicio real de que todo llega cuando las miradas se miran… y no hay autor, ni receta, ni libros, tan solo hay amor y movimiento, epopeyas del corazón y la vida que nos desencuentra hasta que todo se vuelve inevitable y nos empezamos a buscar.

Y en el mundo crecerán nuestras ilusiones, y en nuestro mundo creceremos nosotros y toda nuestra creación, nuestro dolor, nuestra felicidad… y el amor será un tiempo y un modo, nacerá subjuntivo y se volverá indicativo, y nos encontrará definidos como un enorme cielo de amor.

Soy todo lo que me gustaría que te hiciera sonreír y sos todo lo que me hace sonreír… una dulce alegoría y una melodía que nos vuelven esa canción que actúa como puente y rumbo de encuentro.

Y quiero esconderme con vos en un cajón de recuerdos, y sumergirnos y nadar a través de ellos, y decirnos en medio de una oscuridad reinante: te amo en todos los idiomas del mundo y en los que nadie conoce.

Y la celebración tiene diferentes aristas, se conmueve, se distrae, es un saco de plumas que se vuelan, se escapan, viajan lejanas y nuestro amor la persigue con fervor, nuestro amor quiere volar y volar, atravesar mares y montañas, empaparse de lluvias y diluvios, descender por el arcoíris con alegría, necesitar necesitarnos para intentar concretarse… y vos y yo no obedecemos a nada, ni siquiera a ese amor porque somos amor coloreado, amor de aire, de convicciones.

Y entonces la “a” reemplaza a la “o” y nos largamos a amar, a escribir el amor y a celebrar que estamos amando enamoradamente enamorados.

Y todo y nada se equilibran y nos miran, expectantes, aguardando un beso que se retrasa, que viene a la esquina del amor y se avergüenza, se esconde y vuelve a salir, toma envión y se estrella contra tu beso, que lo espera en la puerta de tu boca expendedora de flores que fluyen de tu voz aniñada.

Y así celebrar se vuelve cotidiano, amar se vuelve permanente y el amor se vuelve continuo…

Y empezamos a coronarnos, a decirnos reyes sin título, a probar una vida sin reinos materiales, pero con reinos imaginarios que nacen de nuestras miradas tiesas, hundidas en lo profundo de pupilas ausentes que ven el color del amor en una imagen irrepetible.

Y la conexión por yuxtaposición es irremediable, está presente y se difumina con una brisa inexplicable, asombrosa y perfumada con nuestro último encuentro.

Y vos me seguís mirando y yo voy a empezar a enloquecer y a deslumbrarme con tu humanidad llena de estrellas, y yo te sigo mirando y me quedo ciego mirándote sin que estés, alejando mi vista hasta latitudes desconocidas, mientras vos florecés de un lugar que no conozco, pero que pronuncia tu nombre.

Hacia ese punto me dirijo y doy la opción de ser besada, de que me beses o de besarnos al unísono de la coronación del amor.

Lo demás es fantasía y perece sin que lo veamos…

Nuestro camino desaparece detrás nuestro, mientras el cajón de recuerdos se vuelve una biblioteca de libros nuestros.

Mil historias que se desanudan y desnudan nuestra fragilidad… una caminata, tres palabras y un amor.

Yo te amo… vos sos ser… yo soy tuyo… nosotros la coronación.

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