martes, 2 de abril de 2013

Capítulo 50 “El álbum de fotos”


Hay miles de momentos, de detalles, de sensaciones… el esbozo de un cuadro, la definición precisa, el segmento sin fin, los estertores sin destino, el color sin fondo, la desventura de un lugar que no existe, la casualidad de un encuentro…

Nosotros somos un producto, el mero de producto de la negación, del dolor que se traduce en dulzura.

No es el amor un cuento, aunque nosotros seamos un hermoso cuento de amor… el amor es silbar canciones que me recuerden a vos, es enloquecer si tu voz se ausenta, es dibujarnos suspendidos en lugares, que sólo nosotros entendemos que son, es invocarte por las noches para que me arropes, mientras te miro y reduzco el cielo a tu mirada, es una merienda, un llamado, una esquina, una reminiscencia, un credo posmoderno, un cliché, un bagaje de ternuras, una guerra de cosquillas y risas, somos nosotros que, imprecisos, escribimos el amor en un libro sin hojas.

Y vos desconfiás de mí, porque desconfiás de todo este amor que te confieso… confesar es casi confiar, amar es casi entregarme a vos por completo, y digo casi porque siempre quedará un soplo de tiempo para seguir amándote.

Quizá no vayas a comprender que cuando digo para siempre, digo junto a vos… junto a vos que sufrís por la inverosimilitud de mis historias del pasado. Y no dejo de entenderte, porque es parte de esto, de este relato que no me duele, porque sé que se llama para siempre, y convive junto a mí… en un mundo de fábulas y tesoros, en una esquina donde comenzamos a escribirlo, en una montaña que le habla a todo el viento de vos, en una carta que duerme donde menos lo imaginás.

Es extraña la diversión, el lugar donde nos encontramos casi coincidiendo por casualidad, como sucede en guiones de manual o en telenovelas inolvidables.

Y yo confío en vos, porque te confié mi más sagrado corazón, uno de los miles de corazones que viven en mi interior, donde el rey de corazones los reparte, los pinta y les graba tu nombre…

No siempre fuimos identidades, coincidencias o encuentros… a veces navegamos por el interior de términos, sinónimos y adjetivos que vagaban sin rumbo por el mundo gramatical del amor que muere en palabreríos, nosotros construimos nuevos modos, nuevos significados, supimos enunciar el amor en acciones directas, en callejeros paseos noctámbulos, en lluviosas ventanas de alcoba.

Nosotros y un mundo distinto, un aroma a dulces primaveras en otoños asesinos, en quiméricos inviernos sin frío, en tormentosos veranos de encierro y oscuridad… los escenarios del amor que nos conoce y siente que sentimos más allá del amor mundano. Un puñado de canciones de Bochatón, una pizca de Juan Ravioli, agregamos Flopa, Rosario Bléfari, Gabo Ferro, Pedro Guerra y tenemos un menú de amor casi inigualable… y bailamos, bailamos con fervor a la luz de la claridad que asomaba por las ventanas tímidamente abiertas, y sentimos que sentir es el sentimiento que no debemos negar porque sentimos con la misma vitalidad que ese sentimiento endulza nuestra vida en amor.

Y quién pude negarnos tanto latido, tanto pulso divino, tanto camino y tantas palabras que nos dijimos mientras un beso unificaba cada segundo que respirábamos?

No somos mínimo, no somos máximo… somos el amor que se desprende de todo este amor que el mundo no comprende. Porque el amor tiene un sentido si se siente, y nosotros, aunque tu obstinación lo niegue… sentimos el efecto de un contagio sublime, de un santiamén, fundidos en cuerpo y alma.

Y amor es una ofrenda, un discurso empapado de porvenir, una zona de promesas vulnerables, un temerario domingo que nos encuentra despertando, despilfarrando besos entre las sábanas desnudas, entre los millones de momentos que surgen cuando nos miramos… momentos que pasaron, que vivimos hoy y que llegarán a nuestras vidas, deseosos de vitalidad.

Tenemos un anticuario de besos, una botica de caminatas por las calles que sintieron nuestra presencia… un libro de anotaciones que enumeran versos inconexos, desmesura temporal, sufrimiento adolescente.

Subir las escalinatas imaginarias que nos permiten recoger estrellas de un árbol que es encuentra fuera de estación, reverdeciendo, inmaculado, en este lugar que habitamos, que nos esconde sus rincones, que deshoja con ternura nuestros cuerpos meciéndose en él.

No habrá amor si los sueños se sueñan separados…

Y te invito a amarnos, a bailar en círculos, mientras soñamos días de besos que se derraman sobre la luz que nos abre la ventana.

Una constelación de fotografías nuestras que se amontonan, que llenan de recuerdos un cajón de anhelos que empiezan a ponerse amarillos como el otoño al atardecer. Ser el amor es acobijarte cuando tenés una pesadilla, es completar el trazo de una sonrisa inconclusa, es hacer que brillen tus cabellos cuando la noche empieza a caer sobre nosotros.

Hay espejos y sinuosidades, hay fe y un norte como punto cardinal… no hay terror, no hay tragedia, no hay tiempo para respirar. Es el deseo de que un beso, no se vuelva un beso menos.

Es dejar semillas con cada paso que damos, sembrando el camino de genealogías amorosas… un jardín a cada paso y una canción a cada palabra.

Lluvia copiosa que baña de tinta nuestro diario… amor puro que llueve sin envoltorios, sin vestiduras y sin rótulos.

Amor de flores de mayo… mayo en nuestra sangre… la sangre del romance… el gen del amor.

 

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