martes, 9 de julio de 2013

Capítulo 72 “Cromo y dulce”



Alguien se despierta como simulando despertar mientras duerme el delicado y alucinante sueño de despertar amando.

Exclamar lo que no sucede, sintetizando la tenue maravilla de un silencio acogedor, estilístico, dominante. La elasticidad de un simple mirarte a los ojos que se extiende por todo el universo, declarando que quise ser feliz, viéndote a vos llena de felicidad.

Recordar casi con naturalidad esa noche donde me confesaste el temor a encontrarte con el rimmel corrido, el vaso de whisky en la mano y la soledad haciéndote compañía en un bar de ocasión. No pienso dejar que eso suceda, porque quiero ser tu compañero en el camino, acariciarte la vida y colmar tus expectativas con la misma ansiedad que un niño emprende sus primeros pasos.

Un murmullo que se adueña de todo, un rumor que corre desesperado por los pasillos del laberinto del amor…

Y entonces, es cuando comienza ese juego de niños… y nos reímos casi con dulzura, nos miramos con timidez y surge el lugar donde nos encontramos casi siempre.

Bonita y con una sonrisa de cromo, yo te dibujo todas las noches, antes de morir de amor en mi cama.

Y me voy al pasto mientras te veo venir, como asintomática y vital, mundana y sideral, con la vida asomándote por los hombros y el cielo almibarando un segundo más el instante en que, tu fotografía brilla.

Tu magia es la sombra que nos sigue, es una sombra con forma de dos personas que se besan, apasionadamente, en alguna esquina.

Y yo quisiera conjugar ese beso crepuscular, situarlo en la orilla de tu boca y que la marea lo lleve a bucear por las aguas que emergen, tibias, de tu boca llena de palabra.

Tenues tardes de invierno, buceando debajo de una lluvia desconsiderada, delimitando cada centímetro de mi cuerpo empapado, me duele el frio y la soledad, me hierve el rencor de lo que no pudo ser. Soy simplemente mortal, tal vez no vayas a notarlo y te quedes con esa imagen mía de hombre omnipotente.

Apenas tengo este fragmento de mí, este puñado de pensamientos que se traducen en elegantes enunciados, pero mis horrores desnudan mi falta de compromiso con la felicidad. No creo en ella, es un reflejo táctil, herrumbrado de olvido y desapego que nada tiene que ver con el amor.

Y vuelvo a creer en vos, aunque tus creencias apunten hacia otro punto cardinal, te digo que todo y vos nada decís porque es comodidad y valentía el no expresar un sentimiento real y preciso.

La unidad pronto se resquebrajó como el continente se hace añicos cuando el agua empieza a ausentarse.

Y el cautiverio del amor se perpetuó sin sorprendernos… tuvimos en nuestras manos, la posibilidad concreta de liberarlo, de tomarnos las manos compañeras con horizontes de grandeza y páginas elocuentes, sumidos en una aventura cuyo fin era el destierro de la crueldad y el nacimiento de un nuevo amor en un mundo enfermo de amor muerto.

Nos dejamos de decir y frecuentar, el interior debe ser un simple despojo de sombras que dibujan figuras amorfas en medio de esta tempestad simulada… el dulce instante desapareció y, sin titubeos, nos dijo adiós.

En la ventana hay un día que se marcha y le da la bienvenida a una espera en vano. Tu mano ya no vendrá a buscarme y mis manos, tan llenas de vos, no podrán concluir la obra de arte que tu cuerpo inspiraba.

Y el terror a dormir en el bosque se volvió una deliciosa siesta en algún lugar inhóspito de la vida… donde las calles se dejan ver, donde las llaves no abren puertas y el indiscutible aroma de tu perfume, desfila por el aire que se desnuda lentamente para mí.

Tanta pequeñez me volvió a aniñar…

Y vos tan vos siempre, te permitís convivir sin el recuerdo fervoroso que guardo de tu voz dentro de mí.

Una pantalla de nubes que dejan ver lo que acontece cuando las tardes devuelven el contrato que han firmado con la vida. Ya han pasado varios días sin decirte cuanto extraño volver a verte.

El sonido preciso de esa voz interior que me habla de vos, pero que me enceguece cuando vos no lo ves, y todo se vuelve una enorme galaxia donde nos seguimos desencontrando por diversas casualidades.

Te invito a brillar en esta oscuridad que atesora mis deseos más cercanos, mis ganas de tenerte acá, ahora, todo el tiempo…

Arrepentirse de lo que no ha sucedido, apelar al indicio más cercano, comprender que estamos acá y que, si nos seguimos mirando, todo cambia, es darle tinta a la historia que surge, mágicamente, de nuestros acorazados corazones.

Algunas líneas más y a seguir hablándole de vos al día… casi todos se han ido.

Volvemos a quedarnos tu fantasma y yo.

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