martes, 2 de julio de 2013

Capítulo 69 “El patio”

Hay un camino que me conduce, inexorablemente, hacia vos. Un camino indefinido, que intenta recuperar un soplo de aquellos momentos donde me dedicaba a sonreír... vos sos parte o mas bien ese camino. 
Son las 3 am… estoy inquieto, estoy sensible, estoy pensando en vos. 
Abrazarme a vos es abrazarme a lo que menos quiero perder, sos ilusión, caudal y la huella de un amor que no conozco. 
Y todo es enorme, significativo, relajado… el patio es un lugar donde, tal vez, nos hayamos cruzado mil y una veces, donde no encontré más que vacíos y sensaciones de querer encontrarme con vos. 
Y entre decenas de noches donde salí a ver si la vida era un simulacro o un tobogán, me encontré con que ahí estabas entonces. 
Y el café y la conversación, tan elemental para conocerse, como también para odiarse, hizo el resto… y nada nos dijimos, pero todo lo hablamos, sentamos un precedente de cómo el amor puede ser un espacio vacío, que llenan los protagonistas cuando empiezan a entender que de ellos depende su nacimiento. 
Y yo podría hacerte un camino de guijarros o de pan, de alados árboles pelados, de tribulaciones o escenarios vacuos, donde la lluvia se anuncia al llegar el tiempo al fin, a su final. 
No habrá canción que aguante, mientras el amor permanezca en silencio… el amor tiene pesadillas mientras nosotros seguimos desencontrándonos, y los sueños manchados por falta de amor son hologramas que se reflejan en medio de un arcoíris de colores invisibles. 
Lo que no mata fortalece, y el amor me fortalece cuando me mata de amor… 
Y vos sos un amor que mata a repetición, cada vez que me dejás sin respiración y te suplico que me des aire para seguir viviendo sin dejar de mirarte a los ojos, sos la madre de mis noches de desvelo, de esta cadencia que llena de ruido musical mis oídos cuando oigo tu voz hablando y miro tu boca deshacerse en la mía, cuando mencionás al amor silenciosamente. 
Y quiero tocar tu cuerpo desnudo, tocarte el fondo del alma mientras derretimos nuestras pieles en una cama que rebalsa de llamas y símbolos de nuestro encuentro imaginario. Un carrousell repleto de risas nuestras, que se besan y se toman de la mano, cuando pasean por el patio. 
Y confundí mucho tiempo al amor con el cariño, mientras detentaba el efecto de un beso con los ojos abiertos o un simple abrazo artificial, que me incitaba a dejar de esperarte, mirando en el presente, la posibilidad de un futuro lleno de esa nada que representa al hecho de dejarte ir, aunque supiera que estabas acá, mirándome sin verme en esta latitud que marca un punto de encuentro en medio de este desfile de mortales por nuestro patio. 
Vacaciones en el patio donde nos miramos una noche, mientras las figuras se multiplicaban y nosotros no advertíamos su presencia… la atrocidad radica en la mentira tácita de nuestros ojos que se enamoran con disimulo, y nunca se dicen nada porque los ojos no hablan el mismo dialecto que las bocas que reproducen el eco del corazón que dice que hay amor y que estalla desde nuestro interior, con la inocencia de un niño que da su primer beso. 
Nostalgia de invierno extrañando al verano, ternura de otoño que nos vio sembrando la semilla del amor en una mesa de bar, cerca del universo donde escribimos nuestros sueños militantes. 
Y habito en tu interior, aunque me dedico a escribirte estas líneas para que el mundo sepa que te amo. 
A veces somos una melodía que suena en un piano de añeja historia en medio de una geografía invadida por asesinos del amor, que enfocan su horizonte en tener acompañamiento casual, mientras nosotros somos forma, color y movimiento, que determinan la fotografía del tiempo del amor, jugando a pasear cálidamente por el enorme patio donde nos miramos con dulzura a los ojos. 
Prometerte lo que me prometí al verte y sentir la intensidad de esa flecha clavada en mi pecho, casi con dolor de esos que reviven al hombre que siente que la lejanía del amor es una eterna patología incurable, es descubrir que la importancia radica en seguir encontrándome con vos, en esos ratos de distensión y recreo, charlando de todo mientras ocultamos lo que la certeza no se anima a conjugar. 
Y te repito que encontrarnos en el patio es la dinámica del amor que nos cita ahí mismo, mientras nos olvidamos del mundo, de la vida y nos dedicamos a morir de amor, sueltos pero tomados de la mano casi como por milagro. 
Hay días en que me dedico a verter en tu boca, sagrado altar de los besos que te doy en mis sueños, la ilusión de permanecer un minuto entero en ella, sin hacer más que besarla con asombro y dedicarle un puñado de mediocres versos, escritos mientras viajo o antes de cerrar los ojos, esperando que otro día muera. 
Vos y tu fémina vida recorriendo el patio, verte llegar después de haberme enfermado y no haberte visto por una semana… encontrarte eterna en medio del frio y mirarte con la misma ternura con que pronuncio tu nombre al cantar una canción que lo lleva como título… 
Las verdades se aceleran y ya tu mirada se enfoca en oírme cuando te hablo… voy a dedicarme a decirte que hoy me siento feliz de que estés, pero pensando en que mañana quiero repetirte que quiero seguir sintiéndome así. 
Mañana el patio seguirá estando ahí… ser nosotros… ser mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario