miércoles, 6 de marzo de 2013

Capítulo 40 “Los efectos”


Está sin ganas el día, se desnubla su horizonte y el sopor crepuscular empieza a llegar. Las probabilidades de encontrarte son grandes, los deseos son numerosos y las manos están inquietas.

Hay un esplendor singular en la iluminación del día, como una suerte de mueca que se extiende a través de su paisaje, un anhelo de que estés pensando en mí, aunque se trate de tu segundo más insignificante. Sumido en la profundidad de un sueño inexplicable, me permito interrogarme por un lapso suficiente para obtener respuestas.

No soy más que lo que soy, lo que ves y lo que siento cuando estás, una asombrosa serenidad que recorre el aire que respiro, el aire que sos vos, mientras dormís suspendida en el aire.

Todo nace originado por un rizoma que, arrastrado por el viento, viene a caer justo frente a nosotros. Esa raíz es la matriz de este corolario de astros que viajan adelante nuestro, guiándonos con dulzura hacia nosotros mismos.

Quizá jamás vaya a importarte que exista alguien que escribe para vos, que prefiere el silencio porque está enfermo de amor, pero también de timidez para decirte que está enfermo de vos.

Pero todas las meditaciones que pueda tener son en vano, son destellos de atemporalidad, un clivaje incierto, desarmado, falaz.

Y yo siempre volviendo a vos, siempre obstinándome en querer coronar un final feliz, en encontrarte de mi mano cuando la vida empiece a ser en blanco y negro, y sea el momento de empezar a recordar lo jóvenes que fuimos… casi como un tango mustio que nos condiciona.

Quiero que seas este cuento, esta compilación de historias nuestras, eso que recordaremos en el futuro, cuando todo sea un lugar común, una dimensión nuestra, un circular viaje de amor interminable.

Momentos que se desvisten, que vacilan entre desaparecer o fusionarse a todos estos nuevos retoños del amor que creamos… impensada semana juntos, un viaje en semana santa o un arcoíris en tu cama. El símbolo de los que construyeron un andar distinto, un camino de canciones y encuentros desencontrados… un caos efusivo en un mundo que no los entiende, porque se buscan desenfrenadamente todo el tiempo.

Querer estar toda la vida abrazado a vos, al aroma de tu respiración que sabe a sorbo de vino dulce, o a chapuzón de verano en algún manantial de aguas azules.

Por qué no te encuentro si vos también me estás buscando?

Siempre esperando la alineación de los planetas en ese suspiro en que estemos frente a frente, manos fundidas con fervor, besos vergonzosos estallando desde nuestras miradas.

Yo quiero apenas un soplo de vos, hacerme añicos mientras me mirás, ser un libro entre tus manos, una imaginación en tu curiosa mente, un domingo por la tarde que te alegre el fin de semana…

No es sentirse bien encontrarte, sino sentir que es sorprendente como se puede empezar a creer en la magia de un guiño, del deshacerse entero en vos y afirmar que la vida está llena de misterios que llevan a uno a enamorarse del vivir.

Quiero sentir que soy real, que sos mi hermosa realidad, contemplarte sonriendo, riendo, y entender que es música escucharme cuando te nombro.

La hermenéutica del romance que nos contiene, que nos indica un punto en el espacio, una temporalidad renaciente, un cometa viajando bajo, por las calles de una ciudad que nos acobija en vísperas de otoño.

“Como una santa                                             
camina hacia mí
se disuelve en risa y estalla
esta mañana
llena mi vida
sencilla pureza
Oh, en mi alma
Oh, en mi alma

Veo tus alas
y quiero volar
un rayo de luz
un ave fugaz
esta mañana es como renacer
con vos mi ángel
oh, en mi alma
oh, en mi alma
oh, en mi alma...”

De las causas que nos juntan, surgirán los efectos que nos enamoren… de mis manos colmadas de lluvia, nacerá la semilla que germine en vos… de nosotros hechos una fecha en el almanaque, vendrá el próximo universo donde el amor vaya a vivir.

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