lunes, 25 de marzo de 2013

Capítulo 48 “La lluvia”


Está el cielo a punto de caerse, estamos nosotros a un paso de caernos de él, está el mundo cayendo, caen lágrimas de un lugar que no conocemos, pero que representamos mientras nos amamos.

Mi amor: te estoy escribiendo esta carta porque no me animo a contarte lo que me está pasando, porque siempre fui un cobarde para decir, pero soy muy valiente para plasmar lo que no digo… vos sos un todo que se une en partes, que te hacen esa mujer que mi suerte viene negándole a mi vida que te viene buscando.

Vos sos un remanso para mi orgullo, un clamor para mi disfonía, un libro para mi dislexia amorosa que no sabe que decir, pero que hace todo lo que el mandato del amor le provoca cuando en vos piensa.

Tocamos el cielo con las manos ya? Aún no, y como dice Javi Punga… “me niego a decirte algo igual, me niego a decírtelo… soy egoísta, perdón, por miedo a sentir dolor” aunque un desliz no logra dispararle el balazo certero a este amor inmortal.

Acontece el día, los meses, el tiempo incalculable, la tragedia significativa de saber que puede llegar a concluir…

No concluye… termina la epístola. Es inútil seguir escribiendo si estamos juntos, prefiero seguir amando, prefiero seguir sintiendo, prefiero que las miradas se hablen y se transmitan el nudo de esto que empezó causalmente de casualidad.

Construimos un puente, un camino, una salida a tanto dolor acumulado… no nos decimos nada que no sea lo necesario, al fin y al cabo los corazones siguen marchando mientras laten. Hay un nombre que nos bautiza, y ambos dejamos de llamarnos por nuestros nombres, para llevar, en nombre del amor, este nuevo nombre… novios. Somos novios del espacio multidimensional que le da forma artística a esta nueva dimensión donde tomamos nuestras manos y jugamos a la ronda del amor eterno.

Y el nombre es todo lo que hace a uno, y a nosotros nos hace irreconocibles, porque somos el nombre de una sonrisa, de un gesto, de un beso, pero con otro nombre, con un significante diferente, con la inocencia que nos genera todo eso que no entendemos pero que nos encanta.

En el universo hay un centro que lo hace girar, y nosotros nos alejamos del universo para girar como astros alrededor de él, que nos mira atónito, casi sin comprender que nos volvimos una galaxia de dos, un polvo estelar ambulante, un sinfín de luces que resplandecen, lejanas, en el cielo que nadie ve.

Y las hojas que no se escriben, son momentos que vendrán, y los tiempos que no pasan, son exequias que no se entienden, y los juegos que no juega nadie, son los juegos que inventamos nosotros en medio de esta nube de amor que nos encuentra suspendidos en el azul profundo de un lugar al que nadie accede.

Y vos tenés todo lo que yo quiero, porque tenés el secreto que me enamora, porque es el lugar que quiero encontrar mientras te recorro entera…

Y la carta no sería escrita, pero empiezo a darle forma de carta… y el silencio permanecería callado, pero empieza a hablarme de vos mientras llueve en las calles de esta ciudad derramada y encendida de luces oscuras.

Y los sueños de los mortales salen a soñar, a ocupar cabezas y almohadas, a embelesar la discontinua alegría de quienes quieren lo mismo que nosotros, pero que carecen de ojos que digan lo mismo que nuestros ojos se dicen cuando se hipnotizan mutuamente.

Y cuando todos despiertan de sus sueños, nosotros estamos soñando, realizando lo que hacemos despiertos, tomados de la mano mientras caminamos por Av. Corrientes, mientras desandamos los caminos del amor que nos hace cosquillas, y todo se ve en colores mientras los sueños ajenos empiezan a ser un recuerdo en blanco y negro, una triste ilusión irrealizable, un porvenir que se aproxima lejano.

Las nubes comienzan a desfilar, la tarde cae y un enorme plenilunio nos dice que hay luna, a pesar de que no brille como nosotros al decirnos lo que no nos decimos.

Una tempestad que nos encuentra acurrucados bajo un techo que transforma el diluvio en un dulce baño de cristales que adornan la noche, mientras miramos por la ventana como se marcha el tiempo vivido y como se aproxima el tiempo del amor que viviremos.

Un desayuno que tiene cara de viaje en globo, mientras el viaje tiene cara de lámpara y una nueva ilusión empieza a sonar con fuerza, toma forma de lugar donde encontrarnos cuando nos pensamos, un rincón nuestro en este mundo que es un lienzo pintado por dos nombres que el amor ha bautizado.

Y cesa la lluvia y sigue lloviendo adentro nuestro… despierto a tu lado, me mirás dormida y te beso los labios mientras pinto tu rostro con caricias.

Martes que se vistió de miércoles a la mañana… me das calor y te abrazo. Un sueño que se prolonga diez minutos más.

Ya no hay lluvia y sigue lloviendo… ya no hay gotas en el aguacero… vos y yo viajando y bebiendo gotas de amor que dejamos en nuestra ventana.

Dulce llover… nosotros lloviendo.

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