Capítulo 48 “La lluvia”
Está
el cielo a punto de caerse, estamos nosotros a un paso de caernos de él, está
el mundo cayendo, caen lágrimas de un lugar que no conocemos, pero que
representamos mientras nos amamos.
Mi
amor: te estoy escribiendo esta carta porque no me animo a contarte lo que me
está pasando, porque siempre fui un cobarde para decir, pero soy muy valiente
para plasmar lo que no digo… vos sos un todo que se une en partes, que te hacen
esa mujer que mi suerte viene negándole a mi vida que te viene buscando.
Vos
sos un remanso para mi orgullo, un clamor para mi disfonía, un libro para mi
dislexia amorosa que no sabe que decir, pero que hace todo lo que el mandato
del amor le provoca cuando en vos piensa.
Tocamos
el cielo con las manos ya? Aún no, y como dice Javi Punga… “me niego a decirte algo igual, me niego a decírtelo… soy egoísta,
perdón, por miedo a sentir dolor” aunque un desliz no logra dispararle el
balazo certero a este amor inmortal.
Acontece
el día, los meses, el tiempo incalculable, la tragedia significativa de saber
que puede llegar a concluir…
No
concluye… termina la epístola. Es inútil seguir escribiendo si estamos juntos,
prefiero seguir amando, prefiero seguir sintiendo, prefiero que las miradas se
hablen y se transmitan el nudo de esto que empezó causalmente de casualidad.
Construimos
un puente, un camino, una salida a tanto dolor acumulado… no nos decimos nada
que no sea lo necesario, al fin y al cabo los corazones siguen marchando
mientras laten. Hay un nombre que nos bautiza, y ambos dejamos de llamarnos por
nuestros nombres, para llevar, en nombre del amor, este nuevo nombre… novios. Somos
novios del espacio multidimensional que le da forma artística a esta nueva dimensión
donde tomamos nuestras manos y jugamos a la ronda del amor eterno.
Y
el nombre es todo lo que hace a uno, y a nosotros nos hace irreconocibles,
porque somos el nombre de una sonrisa, de un gesto, de un beso, pero con otro
nombre, con un significante diferente, con la inocencia que nos genera todo eso
que no entendemos pero que nos encanta.
En
el universo hay un centro que lo hace girar, y nosotros nos alejamos del
universo para girar como astros alrededor de él, que nos mira atónito, casi sin
comprender que nos volvimos una galaxia de dos, un polvo estelar ambulante, un sinfín
de luces que resplandecen, lejanas, en el cielo que nadie ve.
Y
las hojas que no se escriben, son momentos que vendrán, y los tiempos que no
pasan, son exequias que no se entienden, y los juegos que no juega nadie, son
los juegos que inventamos nosotros en medio de esta nube de amor que nos
encuentra suspendidos en el azul profundo de un lugar al que nadie accede.
Y
vos tenés todo lo que yo quiero, porque tenés el secreto que me enamora, porque
es el lugar que quiero encontrar mientras te recorro entera…
Y
la carta no sería escrita, pero empiezo a darle forma de carta… y el silencio
permanecería callado, pero empieza a hablarme de vos mientras llueve en las
calles de esta ciudad derramada y encendida de luces oscuras.
Y
los sueños de los mortales salen a soñar, a ocupar cabezas y almohadas, a
embelesar la discontinua alegría de quienes quieren lo mismo que nosotros, pero
que carecen de ojos que digan lo mismo que nuestros ojos se dicen cuando se
hipnotizan mutuamente.
Y
cuando todos despiertan de sus sueños, nosotros estamos soñando, realizando lo
que hacemos despiertos, tomados de la mano mientras caminamos por Av.
Corrientes, mientras desandamos los caminos del amor que nos hace cosquillas, y
todo se ve en colores mientras los sueños ajenos empiezan a ser un recuerdo en
blanco y negro, una triste ilusión irrealizable, un porvenir que se aproxima
lejano.
Las
nubes comienzan a desfilar, la tarde cae y un enorme plenilunio nos dice que
hay luna, a pesar de que no brille como nosotros al decirnos lo que no nos
decimos.
Una
tempestad que nos encuentra acurrucados bajo un techo que transforma el diluvio
en un dulce baño de cristales que adornan la noche, mientras miramos por la
ventana como se marcha el tiempo vivido y como se aproxima el tiempo del amor
que viviremos.
Un
desayuno que tiene cara de viaje en globo, mientras el viaje tiene cara de lámpara
y una nueva ilusión empieza a sonar con fuerza, toma forma de lugar donde
encontrarnos cuando nos pensamos, un rincón nuestro en este mundo que es un
lienzo pintado por dos nombres que el amor ha bautizado.
Y
cesa la lluvia y sigue lloviendo adentro nuestro… despierto a tu lado, me mirás
dormida y te beso los labios mientras pinto tu rostro con caricias.
Martes
que se vistió de miércoles a la mañana… me das calor y te abrazo. Un sueño que
se prolonga diez minutos más.
Ya
no hay lluvia y sigue lloviendo… ya no hay gotas en el aguacero… vos y yo
viajando y bebiendo gotas de amor que dejamos en nuestra ventana.
Dulce
llover… nosotros lloviendo.
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