jueves, 14 de marzo de 2013

Capítulo 44 “Los gestos”





Desarmarme ante el movimiento cruel de las comisuras de tus labios, del desorden que genera este lento gesticular de tu rostro cuando nos acercamos, curiosos, a contemplarnos más de cerca… el elixir de los cuerpos enfermos de amor, la elegancia de un beso dado desde el fondo del alma y con alma y vida.

“es como estar enfermo… estar enamorado, se vive descansando al filo de una daga”

Todo puede ser una fatalidad cuando pensamos que la ficción puede superar a la realidad, pero henos aquí tan cálidos como el asombro del invierno cuando el solsticio surge.

Y nos miramos con deseo, y tamaño amor es indisimulable, y cada segundo es un segundo menos de vida y un segundo más de amor… y todo es tan redundante que el amor mismo se vuelve amor, amor, amor, amor, amor, amor y mucho más amor.

Nuestra historia escribe escenas de ternura con trazos de colores, con una notable caligrafía, sin puntuación para que el amor no tenga pausa alguna.

Tu boca es ese oasis que desafía a las bocas transitorias que desfilan por tu camino, por el camino que tu boca traza en forma imaginaria, estallando en feromonas y en raras bocanadas de aire frugal. Y yo me comería el sabor a tiempo de tu boca, a tu boca entera, como esa inmensidad inalcanzable, que derrocha colmenas enteras de vos… tu boca sabe a mi sed.

Yo me excomulgo de todos los besos que haya dado, con tal de permanecer en la humedad de tu beso eternamente.

Abril es un mes que nos sienta bien, nos empalidece ante el reinante amarillo, se combinan los colores con el carmesí pálido de tu boca ardiente… es el mes donde el otoño ya tiene piernas y manos, ojos y oídos… y nos conduce hacia mayo, nos deja florecer cuando todo perece en un collage de la muerte de la primavera. Nos contempla y nos oye, nos regala vientos, tardes almidonadas con frío tímido.

Somos un mes que se dirige hacia el invierno, encerrados en un laberinto de flores rosadas que dejan caer pétalos morados sobre el contorno de esa boca única y reina entre todas las bocas.

Y nos dejamos sentir, nos coronamos leyenda entre tanta fantasía mundana, somos el pulso que mueve a nuestro universo de expresiones gestuales, de ademanes picarescos, de formas que se significan una a otra, como un vaivén de dinámicas miradas teledirigidas.

Y el reloj es un adorno en la pared, un símbolo añejo, un trepidante actor de reparto en este encuentro infinito.

Y nos deslizamos, lentamente, al compás de lo que elegimos sentir… revitalizamos lo que perece, borramos y volvemos a escribir, somos una página inicial de una historia que se reescribe desde el principio, porque el nudo es invisible y el final improbable. Casi como una alegoría o un profano sueño… el claro de la luna reflejándose en aguas azules que nos dejan suspendernos sobre su cuerpo mojado.

Habitantes sempiternos de un libro que no habrá de ser editado ni escrito, sino vivido y enterrado en nuestros corazones latentes, rellenos de palabras y secuencias almibaradas.

Sonrojándonos mientras la música suena muda, mientras nos volvemos canción en una danza que nos encuentra cuerpo sobre cuerpo, beso sobre beso, hechos una mirada envuelta de dos enamorados que hibernan al calor de su amor opalino.

El borde de tu humanidad, la desnudez de tu piel, el silencio de tu voz… tres puntos celestes en el espacio cósmico. Un suburbio de estrellas que hipnotizan mi inspiración y me dejan atónito, perplejo, desairado.

“Tengo tanto para escribir que nada resulta sencillo de expresar; mis latidos se aceleran, mi mirada se redefine, se inquieta con timidez, se sube al umbral y te contempla.
Cuántas noches habré pasado, imaginándome este presente junto a vos? Cuánto tiempo habré estado dibujando tu beso en el aire hasta que llegara el momento de sumergirme pleno en él? Llegará al fin, el día en que se cumpla todo lo que quiero vivir a tu lado?
Se hizo largo no tenerte todo este verano, que se va lentamente, y canta un adiós inevitable y perpetuo.
Me caigo sobre el colchón y duermo junto al silencio y la soledad que me acompañaron... Hoy tu sonrisa está viva y siento que cumplí lo que vine a hacer en el mundo; la ternura que se va a viajar al éter confundido entre las nubes que vaticinan un diluvio eterno.
Tus manos tocando mi cuerpo, noches de recuerdos, temo decir lo que es verdad, pero nunca te he pintado... Por qué será?
Cáliz en otoño, polinización estacional y sentir que cada momento es el último... Ya se han ido las estrellas... Cierro mis ojos... Te veo por última vez... Descansa en mis brazos.”

Una síntesis de los gestos, un boceto del amor… la perpetuidad de lo que no muere.

Siempre hay cosas por decir e historias por contar, el mundo se nutre de ficciones, mientras nosotros le contamos realidades.

Hoy no es un mes más… hoy somos mes.


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