jueves, 28 de febrero de 2013
martes, 26 de febrero de 2013
Capítulo 36 “Las imprecisiones temporales”
Mirarla llegar es un anhelo, un eslabón vertido en un aljibe, la frescura de una bienvenida inesperada… en todo este tiempo me dediqué a extrañarla, quizá ella no lo sepa, el ramillete de historias que le conté haya sido insuficiente o directamente no haya nada que esperar, porque nunca se fue.
Recién está llegando, se ve hermosa aunque no la puedo ver, sus manos dibujan el horizonte que afronta al caminar, se sienta a descansar y contemplar el sol.
Es un enigma, un equinoccio, una leve y suspendida caricia que me toca la cara, un presagio inmaculado que deviene en realidad. Está dormida pero soñando despierta, concretando sueños y divagando sobre una nube, suspendida en el cielo de abril en primavera.
Una mirada, una inspiración, una maravilla que ronda la faz del mundo, mientras la mitad de la luna enseña su cuerpo y la otra mitad le ilumina el paisaje donde ella juega a ser una nena que baila valses con el verano que empieza a asomar.
Acá todo está en calma, menos mis ansias por verla… un segundo de ella es un infinito abrazo que me abrigará de este otoño que acaba de despertarse.
Yo me quedo dormido mientras las horas me ponen a leer y avanzar en mi camino hacia la licenciatura; quiero seguir siendo su sociologote, su fetiche conocedor de calles y creador de artificios literarios, su merienda llena de ternura, su número de la suerte, su abrazo noctámbulo.
Ya le escribí un arsenal de relatos que lee cada vez que puede, es mi forma de atenuar la distancia y hacerla menos distante. No tengo demasiado, apenas mi intención de cuidarla, amarla y regalarle sortijas de un carrusel imaginario, donde las vueltas duran lo que un día en la tierra.
Estoy creciendo, crezco a su lado sin que lo advierta… mi reino es caminar de su mano, aunque de un sueño se trate.
Las horas se vuelven crueldades y vaivenes, una imprecisión del reloj que ejerce un tirano poder sobre nuestro amor desencontrado.
Y, sin embargo, no llega del todo, se esfuma a través de los vidrios y las ramas estivales que empiezan a pedir asilo en algún hogar de café y medialunas. Ella no termina de venir, porque ella es todo lo que mantiene vivo este deseo de que esté acá, en mis brazos, donde el silencio se ve interrumpido por mi voz que le lee cuentos para dormirse profundamente. En mi pecho, cerca de mi boca que le canta una canción de amor enamorado, que la nombra porque es ella todo el nombre de esta canción.
“She may be the face i can't forget
the trace of pleasure or regret
maybe my treasure or the prize i have to pay
she may be the song that summer sings
maybe the children autumn brings
maybe a hundred different things
within the measure of a day
She may be the beauty or the beast
maybe the famine or the feast
may turn each day into a heaven or a hell
she may be the mirror of my dreams
a smile reflected in a stream
she may not be what she may seem
inside her shell....
She, who always seems so happy in a crowd
whose eyes can be so private and so proud
no one's allowed to see them when they cry
she maybe the love that cannot hope to last
may come to leap from shadows in the past
that i remember 'till the day i die
She maybe the reason i survive
the why and wherefore kind of life
the one i care for through the rough and ready years
Me, i'll take the laughter and your tears
and make them all my souvenirs
and when she goes i've got to be
the meaning of my life is
she....she
oh, she…”
Soñarla es tener un motivo, es el fragmento de algún verso que aún no se ha escrito, la delicada cadencia de un acorde musical que esgrime cuando la escucho llamarme, nombrarme, extrañarme. Somos un cauce donde los mundos se vuelven palabras que nadie pronuncia, porque somos los dueños de todo lo que acontece en el mundo cuando nos reflejamos, cuando nos sentimos, cuando nos volvemos ciegos que recorren la periferia del otro con curiosidad.
Y yo me dejo caer, me elevo clarividente sobre la cima de esa montaña donde la bauticé amor de mis días, donde descansa el origen de este relato, donde quisiera pedirle que el para siempre sea el camino elegido por los dos.
Los delirios de un poeta que conoció el amor y se dedica a extrañarlo, aunque ese amor esté dentro suyo latiendo.
Ella es toda ella, ella es un momento en el que quiero morir, una esquina donde quiero darle mi último beso, mi última palabra, mi último aliento… ese hilo de vida de donde pende el pergamino que define un amor que se erigió mientras el mundo se olvidaba que el amor es un universo donde solo entramos ella y yo.
domingo, 24 de febrero de 2013
Capítulo 35 “Los mapas”
No me encuentro en este caos generalizado, no logro hacer pie y algo me falta, algo sagrado que me arranque una sonrisa.
Desespero, desespero de amor, de ganas, de vos. Vos sos la panacea, la solución, lo que más quiero ahora. Orientame, dejame consolidarme en medio de ese torbellino de ausencias, te necesito ahora, no luego, tal vez no entiendas esto porque estás ahí, viajando, recorriendo, disfrutando de lo que te merecés.
Quizá vayas a tomar negativamente esto, pero no es la intención remarcarte nada, sino expresarte todo.
Me cuesta saber que extrañar se volvería una acción cotidiana, que se extiende y se profundiza, que la distancia es un mar que nos deja contemplarnos desde otra óptica, mientras el escenario es un paisaje inédito, el corolario de muchos días que nos llevan a interrogarnos acerca de nuestro amor.
Quiero buscarte donde quiera que te encuentres, armar una expedición hasta hallar el centro de tu pecho y arrancarte el corazón, guardarlo en algún cofre y volver a escribir la historia de morirme de amor por vos. Que me envicies, que me cortes la respiración y que no haya nada más que seguir rememorando estos momentos.
No hay recetas para el amor, ni lugares específicos donde encontrarlo; apenas encontrarte y empezar a dejar caer sobre vos una catarata de confesiones que me dejan, con certeza, afirmar que si te elegí es porque sos el futuro, y si sos el futuro es porque te voy a estar esperando.
Y sigo vagando por la ciudad, visitando los lugares que frecuentábamos, deteniéndome en los puntos que el reloj me marca, es la hora de nosotros y tu vuelta es inminente.
Los mapas están armados, marqué puntos donde los sitios son nuestros, llevan nuestras iniciales y pueden ser posibles encuentros… ojalá pueda mostrarte tu nombre grabado sobre esa piedra que conserva tu mi eterno enamoramiento.
Enamorarse no es un simple acto, tampoco es mero azar, ya que ser padre no es tener hijos, ni ser músico es tener un instrumento… enamorarse es amar, es sentir, es vivir lo que yo vivo cuando afirmo que sé donde estás, quien sos y cuanto te daría.
Buscando rumbo y posibles destinos, los tesoros desaparecen del mapa y me encierran en un laberinto que hace más misterioso el viaje, más enigmática la búsqueda y más imposible el reencuentro.
Te han hecho tanto daño mi amor, que quiero reparar tu vida, quiero decorarla, devolverle los colores que le robaron…
Sonreíme desde donde estés, llamame, escribime… dame una señal, para que todo lo que quiero brindarte al volver, tenga más sentido.
Sé que venimos de frustraciones, sé que dormimos separados mucho tiempo, sé que sos frágil como la sal que se ahoga en el agua de mar.
Quiero despertarme, dormirme, soñarme… todo con vos.
Vivir en vos es sentir que voy a vivir con vos, escuchando los Beatles, Janis Joplin y Sui Géneris… vamos a leer y a pintar, voy a pintarte y vas a pintarme… todas las escenas son resabios y piezas que forman un cuadro de colosales dimensiones.
Vamos a cenar, vamos a viajar, a construir el amor, el compañerismo, la esencia de todo lo que nos dio motivos para encontrarnos un invierno, vivir una primavera y extrañarnos un verano entero.
El otoño no llega aun… y tímidamente te pregunto: vamos a buscarlo juntos?
Estuve todo el verano buscándote, estuve toda la vida imaginándote, estuve todo este tiempo esperándote… la cartografía del enamorado que anda los caminos que dejan tus huellas, tu cuerpo, tu beso…
Los recorridos son parte de esta historia que sigue en proceso… son el devenir de dos animales salvajes que se dejan cautivar por la química, el temor y la incertidumbre de un camino que confluye en un punto invisible allá a lo lejos.
Ojalá no vaya a perderme en tu vida y deba salir a buscarte nuevamente… marcame el rumbo y hagamos el amor con los astros cayéndonos encima, mientras flotamos enredados es un abrazo y un lugar común que nos inmortaliza.
El amor es asesino de la conciencia… asesinemos nuestra conciencia y dejémonos morir fundidos, antes de morir de amor.
Te lo dice alguien que entiende lo que es morir por vos.
viernes, 22 de febrero de 2013
Capítulo 34 “Lo increíble”
Resulta llamativo todo este tiempo. Fueron como varios meses llenos de momentos para recordar, hacer las primeras cosas de mi vida, conocer a la primera mujer de mi vida, que mi vida vuelva a ser mía.
Repentino es dejarme estar, no decirte nada y hacer de cuenta que esto es poco serio. Un millón de veces intentando para perderme una vez que lo logro, es retroceder y desvalorizar lo que me provoca tu presencia. Porque empiezo a adueñarme, sin querer o queriendo, de todo lo que sos, porque el sabroso aroma de tu carne es la tentación que supone que te busque y te quiera comer lentamente, mientras el verano empieza a despedirse y el calor merma paulatinamente.
Donde intento acercarme, condimentar, obtener la escritura y el dominio de tu piel eternamente, mientras juego a que me siento hombre y el nene que vive dentro mío se expande por tu interior.
Hoy me desperté con ganas de abrazarte y mi almohada hizo de vos, te preparé el desayuno en sueños, me casé algunas veces con vos y salimos a caminar por un lugar que desconocemos, pero que parece bien nuestro cuando lo sueño.
Cierro tus ojos para besarlos con pasión desmedida, cierro mis ojos para que te acuestes en mis párpados y contemples los astros recostada sobre mi mirada ciega.
Te extraño pequeña… te extraño con dolor y ternura, con la intención de regalarte la felicidad que este mundo te escatima, a vivir para darte la vida que me quede, porque sos amor y soy amor… y los amores no se olvidan y, juntos, viajan lejos hasta volverse un punto más en la inmensidad.
Recibir noticias tuyas, encontrarte virtualmente, pedirme un Cinzano y no beberlo porque no estás para retarme, comprarme caramelos pero no poder jugar a ponerme caprichoso y que me des un puñadito para conformarme, besar al viento y soplar en dirección a Europa para que te llegue… son tantas cosas que no me alcanza el día ni los días restantes de tu estadía para decirte que te amo.
Hay un lugar en el mundo que nos espera… te conté que mi mejor descubrimiento sos vos? Que tus besos me acarician y no perecen? Que si no hablo de vos no entiendo que estoy haciendo acá?
Son las cosas increíbles, los caminos que ansío recorrer juntos, ese vaivén que significa una copa de vino para brindar, la reciprocidad de un beso dado desde el fondo de la vida, casi como muriendo al terminar de darlo.
Y así fuimos creciendo, así nos encontró el verano que empieza a abrigarse.
Supimos atravesar casi tres estaciones enteras. Hacia la cuarta vamos, y no nos detenemos en pensar cuanto puede extenderse, pues el simple hecho de que todo nos sorprenda, que las aguas estén misteriosamente calmas, que las noches sean un derramamiento de almíbar en nuestras camas, implica que las maravillas son posibles en tanto y en cuanto, el mundo somos nosotros.
Después de tanta soledad, puedo afirmar que ahora tengo un motivo central para darle color a esta hoja blanca que aguardó añares para ser llenada de tinta enamorada.
Tocarte y entender que mi ceguera me lleva a descubrirte y describir lo simbólico que es ese momento en que, sin buscarlo pero intentándolo, dos bocas arman el rompecabezas del beso estelar más grande que se haya dado en la historia de la humanidad.
Quiero tu cuerpo desnudo en la oscuridad reinante del cuarto, quiero que tus manos me enseñen a encontrar los rincones etéreos de tu vida invisible, de tu pelo con aroma a frutos, de tus uñas cortándome la piel, de tu boca mordiendo con suavidad un fragmento de mí… la escena única… cuando el instante multiplica las horas y volvemos a ser un trazo que da forma y vida a un lienzo amortajado.
Que vuelvas, que estés acá para cuidarme, que parece todo el tiempo pena si no te tengo… mientras el niño se va a dormir y este hombre mira al cielo para ver si el beso que acaba de mandarte, se dirige hacia el destino elegido.
Lo increíble es latir por esto, lo increíble es que estés, lo increíble sos vos.
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