jueves, 28 de febrero de 2013

Capítulo 37 “Las causas”


Son fenómenos indescriptibles, eléctricas sensaciones que suben, fervorosas, por el cuerpo… los encuentros son pequeñas porciones de vida que se unifican en el devenir contemporáneo de la alineación astral. No somos mero producto de la coincidencia, ni de la suerte, ni de la casualidad… somos un ramo de causas que recorren un laberinto y se dejan encontrar inesperadamente.

A veces la lluvia, el ruido de las gotas que me hablan, el color de las nubes que me encandilan, la iluminación del día que me desorienta. Y vos… siempre vos y esa libertad que tenés de hacerme sentir liviano, suavemente volátil… y yo tan mortal con tu compañía, tan desmedido, tan sencillo que apenas si puedo hacer una rima cuando te veo.

Qué extraña es la vida cuando se suman las causas y desconocemos las consecuencias y su correspondiente destino, apenas perceptible cuando el corazón se recuesta y descansa.

Mientras resta un santiamén para el reencuentro, me como las uñas y les cuento que la espera se extendió más de lo debido. Le cuento a la palma de mi mano que esperar fue agónico, que no supe si el frío te hacía daño, que el verano fue aburrido sin vos, que las noches psicoanalizaron mi frágil humanidad… un tentempié en las estrellas, un fragmento de ese vuelo peregrino que aún no hicimos y espera.

Escenas inmortales, lienzos llenos de historias que fuimos dibujando… un viaje es apenas un esbozo simbólico, un profundo tiempo superficial que se renueva, una negociación con las agujas del reloj.

Sentir hormigueo en la vida mientras veo que falta cada vez menos…

Hay un sueño aguardando en algún lugar que espera por nosotros. Habitarlo es inyectarle vitalidad, recrudecer sus ganas de vivir, de contener latidos.

Media hora y un caramelo deshaciéndose en mi boca, mi boca deshaciéndose al compás del ir y venir de la golosina… el tiempo viajando a velocidades siderales dentro mío y deteniéndose hasta volverse eterno en el reloj.

Unos segundos y se habrá concretado el renacimiento del amor… te veo venir, te dejo de mirar, bajo la vista, venís… surrealismo mágico, un choque de asteroides con forma de beso.

Tu beso es un bisturí que corta con quirúrgica precisión mi respiración, un beso que muerde, que lastima con ternura, con efusividad, con aroma a distancia cero. Un beso que en medio del ruido de las multitudes, nos transforma en peregrinos, en un vía crucis hacia la ofrenda celestial… el beso que no se olvida porque empieza a ser el último cuando otro se dispone a venir.

Y el reencuentro es acción, es un paraguas que nos protege de la tormenta de gente que solo se dispone a vivir el rato, mientras nosotros brillamos en la noche.

Es contarte todo en un lapso breve de tiempo, es escucharte todo en un lapso de tiempo… es un lapso de tiempo donde transcurre una vida que no es cualquier vida, sino nuestra vida en amor.

Es tu dulce compañía y mi dulce acompañamiento, son esferas de colores que desfilan por doquier, es una canción de Fito Páez de fondo, es el vestido, la flor y el amor en un tríptico de nosotros dos.

Somos dos perfiles cóncavos que encajan perfecto cuando se empiezan a acercar… el juego de las coincidencias, de la rara conexión virtual y posterior coronación. Cuántos querrían algo así alguna vez en sus vidas?

Nosotros lo tenemos aunque no presumamos de tenerlo, porque cuidarlo es compartirlo y desaceleramos el mundo cuando nos mostramos cercanos y llenos de gracia.

Te sigo mirando a los ojos… me hundo lentamente en ellos, froto los míos sin creer lo que ven, me desconecto de la existencia para sumergirme en tu voz, en recuerdos sepiados que toman color hoy, cuando te siento tan acá.

Somos una ronda que abraza y rodea la vía láctea, un periplo de cometas que dejan una estela dorada en el azul profundo del cielo que hoy nos acompaña.

Hoy, con el otoño golpeándonos la puerta, de pronto apareció la primavera para quedarse unos días a convivir con nosotros.

Seremos un breve estío fuera de temporada, una compleja ecuación de amor, un cementerio de flores que dormitan en el álbum de fotos que nos muestran felices.

Cuarto menguante, solfeo de silencios, humus en el desierto de miradas… algo acelera mis pulsaciones, eriza mi piel y vulnera mi sensibilidad en estos días. La sangre hierve, el camino florece años luz, nosotros pintamos colores y tonos.

No hay ausencias ahora sino causas para seguir buscándonos… una canción de los días que nos dieron la espalda.

Te empiezo a extrañar… recién has llegado.

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