lunes, 11 de febrero de 2013

Capítulo 27 “El verano”

Desfile de abrazos… un silencio que se apiada, por un segundo, de los dos. Calor y quimeras, la dulce estación de pronto toma temperatura y color.

Todos planifican el próximo año y nosotros planificamos el siguiente beso.

El acto de encontrarnos tan redimidos de la inmolación del mundo por correr, la mirada serena entre tanto frenesí, danzando calmos bajo las aguas de una lluvia que nos encontró caminando sinuosamente por Buenos Aires.

Te estoy mintiendo si te digo que no quiero estar este verano junto a vos, en algún sitio inhóspito. Me duele el reloj de tanto tiempo sin verte, y la nostalgia es efecto de lo que causa que existas bajo este manto enorme de estrellas que asoman debajo de la tormenta.

Me dejé amanecer a tu lado, nos dormimos escuchando Pedro Guerra, nos mezclamos con la facilidad que el agua se escurre entre los huecos que se liberan a su paso.

Vinimos de una noche de amor increíble… me estoy haciendo cargo de tu mochila, quiero que viajes liviana, tenue, que te caiga polen sobre la cabeza, que los últimos resabios de la primavera queden guardados en vos.

Son futuros que ascienden, lúdicos, hacia las sombras de una noche que empieza a marcharse. El día y el mar saben de lo que hablo, quizás la tarde y los senderos también lo sepan.

No planifico morir, ni aburrirme, ni sufrir… somos seres de la risa en medio de la tristeza, un bostezo en medio de tanto tedio, la ruptura entre lo que es general y unánime y lo que somos cuando conquistamos el universo por un rato.

Ferias, librerías, disquerías, heladerías, el patio de tu casa, el parque, la costanera… los callejones de San Telmo, las cortadas de Villa del Parque, las veredas de Almagro, todo para nosotros, todas hojas en blanco donde escribimos las paginas azules de un amor azul.

Quedarse un tramo de la vida recordando que vas a estar eternamente, brindar por nuestro amor con dos copas de aire, envolver tu regalo de cumpleaños dentro de tu placard, sincerarme con el espejo mientras el vapor me deja escribir tu nombre una y mil veces.

Es bueno dejarse ser, desnivelar el ritmo lineal de la vida con sorpresas inventadas, robadas de algún cofre inventado, en la creación y el desvelo está la esencia de lo que te digo con tanta sinceridad, no soy nada siquiera, pero sé que te quiero más que a la certeza de saber que estás acá.

Esta es la historia de dos que no entendían nada, pero que todo lo preguntaban, que no podían verse todo el tiempo, pero que siempre se veían, que no se encontraban nunca, pero se buscaban todo el tiempo, que no se habían conocido, pero ya se amaban.

La tarde los bañaba con ternura de su sol inquieto, la mañana los despabilaba y los mecía al son de la pereza, la noche los juntaba en fervorosos minutos que se estiraban hasta durar toda la noche.

Yo te la cuento porque soy protagonista, y vos la musa…

Casi como un cielo, cubiertos los dos de historias que se edifican palabra tras palabra, ritmo cardíaco acelerado, sombra dinámica danzante y llena de luz rampante y fugaz.

Un castillo de versos, una ventana rebalsando de sol, una cucharada de bosque, una estela que se pierde, tímida, en la atmosfera estallándote en las manos.

Darte lo que te mantenga viva, pedirte tu última bocanada de aire, morir adentro tuyo mientras le grito al mundo que el amor es inmortal y que por eso no vas a morir.

La continuidad de un nudo que es una madeja de historias breves, de instantes que descansan en las esquinas porteñas, en las tazas de café y en el sonido de los besos que nos vieron despedirnos solemnemente. La edad de la inocencia, de descubrirnos con vergüenza, de buscar la nitidez del alma que pide a gritos un soplo de amor, un regalo bajo el árbol, una aurora boreal…

Yo te dibujé desnuda suspendida en una inmensa luna flotando en el agua, yo sentí mi respiración entrecortada cuando te confesé mi sentir, yo te cincelé la piel lentamente con el contorno de mis labios estallando de fuego profano… vos me diste todos los motivos para mantenerme vivo.

Un par de ojos que se dijeron todo… un verano que abre sus ojos… dos peregrinos que nacen de él.


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