Capítulo 25 “Las estaciones”
Quedarme en
silencio al costado de la tarde, un cúmulo de imágenes que atestiguan nuestra
imagen, la inscriben en un enorme muro, hasta que comienza a respirar y nace. Fueron
desoladas mañanas conmigo mismo, la telaraña de la soledad atrapando mis sueños
casi débiles.
Hoy estuve
sensible, difuso, contemplando las estaciones que pasaron, cavilando mientras
el café se impacientaba en la taza. Sorberlo lentamente, leer unas líneas de
Lord Byron, escoger un minuto de recreo para pensar en vos.
Todo esto es
una rutina simple, cotidiana, el inicio de la inquietud, de la incertidumbre,
de la búsqueda desesperada. Dónde estará tu beso ahora? Cuándo será la hora? Llegaremos
a conjugarlo todo?.
Hay días en
que quiero cantarte todas las canciones del mundo, el invierno te trajo hasta
mí… me permitió abrigarte, procurar el asilo para tu fría desnudez, mantenerte
viva en mi morada.
El frío
abismal fue una anécdota, un dulce recuerdo del asombro, de las pieles que se
sangran, que se beben con frenética sed, del derrotero de los amantes
hambrientos de amor.
Fragmentos de
un mes que nos bañó con domingos soleados y nostalgia pedestre. Era caminar por
las veredas inundadas de rapsodia porteña, los colores magníficos de un
artificio llamado atardecer.
Mientras algunos
se esconden, nosotros nos buscamos, mientras algunos desean morir, nosotros
resucitamos, mientras todos quieren todo, nosotros queremos ser dos entre
multitudes de finitud.
La paradoja
del mortal, el tentempié de unos morados labios que derriten… y yo solo quiero
dibujar, escribir, leerte historias de amor verosímil en un mundo inverosímil que
ha perdido la capacidad de dejarse sorprender.
La primavera
me hace cosquillas en el cuerpo, tu beso en el paladar, hablo dormido entre el
florecer de los parques y la continuidad del aire de mayo. Primavera en otro
lugar y primavera en mis manos llenas de tu cintura que aprieto con el fervor
de un flechazo que atravesó las mil y una noches, hasta llegar a las páginas de
mi destino escrito.
París me
encontró colmado de astros a la vera del río, la Cordillera me transformó en el
vuelo de un ave sin rumbo, siguiendo tus pasos, condescendiente con tu llegada
tardía, con los vendavales que respiré en algún sitio inhóspito del mundo,
mientras añoraba tan sólo tu llegada.
Fuimos falsamente
felices, las promesas nos hicieron dos corazas, dos sitios cerrados, cuerpos
carcelarios, acertijos de frágil seda rota.
Para un corazón
nada mejor que un flechazo… el verano me traerá nuevos versos para alimentarme,
para acolchonarte por las noches, vos toda nota musical y yo poniéndole letra a
tu cadencia.
Nos retorcemos
de placer, de lluvia que cae delicada sobre nuestras festivas humanidades,
cuando nos rogamos un beso más, cuando te veo hablarme y tu voz es una cajita
de música, un racimo de letras que suenan dulces en tu boca, mientras yo me
aboco a reconstruir mi ser, que se deshace, tenue, ante la inmensidad de esa
sonrisa que me empacha la vida.
No existe la
improbabilidad ahora… no somos ficciones que se recrean en algún escenario
imaginario, somos tan reales como la respiración, como la vida etérea, como el
otoño que deslumbra colores y anuncia su venida.
Vivir las
estaciones es extender el periplo, plasmar la idea de mirar el cielo y pedir
deseos, de pintar un retrato del tiempo que nos dedicamos todo este tiempo.
Yo te miro
crecer, yo te veo reír, yo te regalo crisantemos para adornar tu cama, yo dejo
un caramelo en tu almohada.
Yo te
escribí un poema donde te pedía que murieras por vos para que sepas lo que siento…
Y la dinámica
hizo el resto, el dolor menguado de dos golondrinas que se invitan a unir las
distancias y los puntos cardinales de un colosal cielo.
Yo no tengo
nada, apenas un puñado de vida para ofrecerte… una pintura de tu cuerpo desnudo
y un sonajero que pronuncia tu nombre… un juego de azar y un mapa para
encontrarnos en sueños.
Un disco de Almendra,
un libro de Oliverio Girondo y un crucigrama con todo lo que siento por vos.
Hoy es el
comienzo, de un ayer que comenzó a confundirnos… ayer fue una foto sepiada de
un desencuentro que concluyó en una esquina… mañana es amor.
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