viernes, 8 de febrero de 2013

Capítulo 25 “Las estaciones”


Quedarme en silencio al costado de la tarde, un cúmulo de imágenes que atestiguan nuestra imagen, la inscriben en un enorme muro, hasta que comienza a respirar y nace. Fueron desoladas mañanas conmigo mismo, la telaraña de la soledad atrapando mis sueños casi débiles.

Hoy estuve sensible, difuso, contemplando las estaciones que pasaron, cavilando mientras el café se impacientaba en la taza. Sorberlo lentamente, leer unas líneas de Lord Byron, escoger un minuto de recreo para pensar en vos.

Todo esto es una rutina simple, cotidiana, el inicio de la inquietud, de la incertidumbre, de la búsqueda desesperada. Dónde estará tu beso ahora? Cuándo será la hora? Llegaremos a conjugarlo todo?.

Hay días en que quiero cantarte todas las canciones del mundo, el invierno te trajo hasta mí… me permitió abrigarte, procurar el asilo para tu fría desnudez, mantenerte viva en mi morada.

El frío abismal fue una anécdota, un dulce recuerdo del asombro, de las pieles que se sangran, que se beben con frenética sed, del derrotero de los amantes hambrientos de amor.

Fragmentos de un mes que nos bañó con domingos soleados y nostalgia pedestre. Era caminar por las veredas inundadas de rapsodia porteña, los colores magníficos de un artificio llamado atardecer.

Mientras algunos se esconden, nosotros nos buscamos, mientras algunos desean morir, nosotros resucitamos, mientras todos quieren todo, nosotros queremos ser dos entre multitudes de finitud.

La paradoja del mortal, el tentempié de unos morados labios que derriten… y yo solo quiero dibujar, escribir, leerte historias de amor verosímil en un mundo inverosímil que ha perdido la capacidad de dejarse sorprender.

La primavera me hace cosquillas en el cuerpo, tu beso en el paladar, hablo dormido entre el florecer de los parques y la continuidad del aire de mayo. Primavera en otro lugar y primavera en mis manos llenas de tu cintura que aprieto con el fervor de un flechazo que atravesó las mil y una noches, hasta llegar a las páginas de mi destino escrito.

París me encontró colmado de astros a la vera del río, la Cordillera me transformó en el vuelo de un ave sin rumbo, siguiendo tus pasos, condescendiente con tu llegada tardía, con los vendavales que respiré en algún sitio inhóspito del mundo, mientras añoraba tan sólo tu llegada.

Fuimos falsamente felices, las promesas nos hicieron dos corazas, dos sitios cerrados, cuerpos carcelarios, acertijos de frágil seda rota.

Para un corazón nada mejor que un flechazo… el verano me traerá nuevos versos para alimentarme, para acolchonarte por las noches, vos toda nota musical y yo poniéndole letra a tu cadencia.

Nos retorcemos de placer, de lluvia que cae delicada sobre nuestras festivas humanidades, cuando nos rogamos un beso más, cuando te veo hablarme y tu voz es una cajita de música, un racimo de letras que suenan dulces en tu boca, mientras yo me aboco a reconstruir mi ser, que se deshace, tenue, ante la inmensidad de esa sonrisa que me empacha la vida.

No existe la improbabilidad ahora… no somos ficciones que se recrean en algún escenario imaginario, somos tan reales como la respiración, como la vida etérea, como el otoño que deslumbra colores y anuncia su venida.

Vivir las estaciones es extender el periplo, plasmar la idea de mirar el cielo y pedir deseos, de pintar un retrato del tiempo que nos dedicamos todo este tiempo.

Yo te miro crecer, yo te veo reír, yo te regalo crisantemos para adornar tu cama, yo dejo un caramelo en tu almohada.

Yo te escribí un poema donde te pedía que murieras por vos para que sepas lo que siento…

Y la dinámica hizo el resto, el dolor menguado de dos golondrinas que se invitan a unir las distancias y los puntos cardinales de un colosal cielo.

Yo no tengo nada, apenas un puñado de vida para ofrecerte… una pintura de tu cuerpo desnudo y un sonajero que pronuncia tu nombre… un juego de azar y un mapa para encontrarnos en sueños.

Un disco de Almendra, un libro de Oliverio Girondo y un crucigrama con todo lo que siento por vos.

Hoy es el comienzo, de un ayer que comenzó a confundirnos… ayer fue una foto sepiada de un desencuentro que concluyó en una esquina… mañana es amor.

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