Capítulo 34 “Lo increíble”
Resulta
llamativo todo este tiempo. Fueron como varios meses llenos de momentos para
recordar, hacer las primeras cosas de mi vida, conocer a la primera mujer de mi
vida, que mi vida vuelva a ser mía.
Repentino es
dejarme estar, no decirte nada y hacer de cuenta que esto es poco serio. Un millón
de veces intentando para perderme una vez que lo logro, es retroceder y
desvalorizar lo que me provoca tu presencia. Porque empiezo a adueñarme, sin
querer o queriendo, de todo lo que sos, porque el sabroso aroma de tu carne es
la tentación que supone que te busque y te quiera comer lentamente, mientras el
verano empieza a despedirse y el calor merma paulatinamente.
Donde intento
acercarme, condimentar, obtener la escritura y el dominio de tu piel
eternamente, mientras juego a que me siento hombre y el nene que vive dentro
mío se expande por tu interior.
Hoy me
desperté con ganas de abrazarte y mi almohada hizo de vos, te preparé el
desayuno en sueños, me casé algunas veces con vos y salimos a caminar por un
lugar que desconocemos, pero que parece bien nuestro cuando lo sueño.
Cierro tus
ojos para besarlos con pasión desmedida, cierro mis ojos para que te acuestes
en mis párpados y contemples los astros recostada sobre mi mirada ciega.
Te extraño
pequeña… te extraño con dolor y ternura, con la intención de regalarte la
felicidad que este mundo te escatima, a vivir para darte la vida que me quede,
porque sos amor y soy amor… y los amores no se olvidan y, juntos, viajan lejos
hasta volverse un punto más en la inmensidad.
Recibir noticias
tuyas, encontrarte virtualmente, pedirme un Cinzano y no beberlo porque no
estás para retarme, comprarme caramelos pero no poder jugar a ponerme
caprichoso y que me des un puñadito para conformarme, besar al viento y soplar
en dirección a Europa para que te llegue… son tantas cosas que no me alcanza el
día ni los días restantes de tu estadía para decirte que te amo.
Hay un lugar
en el mundo que nos espera… te conté que mi mejor descubrimiento sos vos? Que tus
besos me acarician y no perecen? Que si no hablo de vos no entiendo que estoy
haciendo acá?
Son las
cosas increíbles, los caminos que ansío recorrer juntos, ese vaivén que
significa una copa de vino para brindar, la reciprocidad de un beso dado desde
el fondo de la vida, casi como muriendo al terminar de darlo.
Y así fuimos
creciendo, así nos encontró el verano que empieza a abrigarse.
Supimos atravesar casi tres estaciones
enteras. Hacia la cuarta vamos, y no nos detenemos en pensar cuanto puede
extenderse, pues el simple hecho de que todo nos sorprenda, que las aguas estén
misteriosamente calmas, que las noches sean un derramamiento de almíbar en
nuestras camas, implica que las maravillas son posibles en tanto y en cuanto,
el mundo somos nosotros.
Después de
tanta soledad, puedo afirmar que ahora tengo un motivo central para darle color
a esta hoja blanca que aguardó añares para ser llenada de tinta enamorada.
Tocarte y
entender que mi ceguera me lleva a descubrirte y describir lo simbólico que es
ese momento en que, sin buscarlo pero intentándolo, dos bocas arman el
rompecabezas del beso estelar más grande que se haya dado en la historia de la
humanidad.
Quiero tu
cuerpo desnudo en la oscuridad reinante del cuarto, quiero que tus manos me
enseñen a encontrar los rincones etéreos de tu vida invisible, de tu pelo con
aroma a frutos, de tus uñas cortándome la piel, de tu boca mordiendo con
suavidad un fragmento de mí… la escena única… cuando el instante multiplica las
horas y volvemos a ser un trazo que da forma y vida a un lienzo amortajado.
Que vuelvas,
que estés acá para cuidarme, que parece todo el tiempo pena si no te tengo…
mientras el niño se va a dormir y este hombre mira al cielo para ver si el beso
que acaba de mandarte, se dirige hacia el destino elegido.
Lo increíble
es latir por esto, lo increíble es que estés, lo increíble sos vos.
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