martes, 12 de febrero de 2013

Capítulo 28 “Las palabras”


El día me encontró despierto junto a vos. Con tu cabello provocando cosquillas en mi pecho en trance, mientras dormís y me abrazás casi soldándote a mi cuerpo.

Cuando dos seres se ensamblan, las margaritas y los lirios llueven sobre la ciudad de cemento. En las calles desiertas nos inmortalizamos, fotogramas pixelados, marionetas del amor que van dejando la huella de la ternura en las veredas colmadas de hastío.

Las luces del día no se ven en este recinto… te veo descansar y te hablo en silencio, nada va a asemejarse a todo lo que quisiera decirte. Tal vez no vayas a escucharme, y jamás vayas a saberlo, son secretos que perecen en el mismo momento en que nacen.

De cuando estás de malhumor y abro el manual de quejas, mientras soltás tu enojo y yo me enamoro, me enamoro tímidamente de tu beligerancia, de tu fragilidad.

Te digo todo y no digo nada, una ruleta de habladurías inexactas, imprecisas, inesperadas… la dulce dicotomía entre el querer mucho y el amar íntegramente.

Yo te regalo una flor de papel, te regalo otra y otra más. Te las regalaría todas, en distintos tonos, de diferentes formas, más perfumadas o no, pero te las regalaría para entender la magnitud de mis sentimientos. Cada flor es una palabra que cae, suavemente, sobre tu cuerpo desnudo reposando sobre el mío, artificios y pócimas que se combinan en pizcas de magia y ternura; el amor que se esconde detrás de la inocencia de este niño que vive dentro de un cuerpo de hombre y quiere amarte toda.

De los cuidados, de tu voluntad para hacerme sentir único, eterno e inquebrantable. Me cuidás como si fuese a vivir poco, como reviviéndome a cada segundo en que de tu vida surge un beso con destinatario. Ese destinatario que te besa la voz ausente y se queda contemplándote risueña, imaginándote en distintas etapas. Con el pelo más largo, con peluca, vestida de entrecasa, con canas, viajando a su lado, viajando a tu lado… en primaveras, recién levantada de dormir, enferma y convaleciente, resfriada y con alergias, cocinando y riendo.

Yo te quiero leer Shakespeare, Neruda, Cortázar, Borges y Girondo… yo te quiero cantar canciones de Juan Ravioli, Spinetta, George Harrison, Belle and Sebastian y Jorge Drexler… yo te quiero regalar todas las flores del mundo y algún que otro jardín, un globo de papel reciclado que nos lleve lejos, un calidoscopio que sirva de calendario para saber cuando se juntan los meses de nuestros cumpleaños, un segundo de nosotros cuando seamos viejitos caminando en una plaza repleta de júbilo, un álbum de fotos que, cronológicamente, le cuenten al mundo que las historias de amor existen.

Yo te quiero vestida de blanco y con un ramillete de jazmines en la mano, en alguna playa desierta, jurándole al mar que nuestra historia no tiene más que el deseo de concretarse, que amor es mirarnos a los ojos y vibrar, entrar en nuestros cuerpos y sentirnos tan vulnerables como estas palabras que me brotan.

Somos mortales, inexorablemente mortales… pero el amor no, el amor no muere, deja huellas y contagia, se expande y llora cuando lo hieren, nosotros seremos amor porque la vida nos prometió un viaje inolvidable, un concierto de jazz bajo las estrellas, un brindis en Venecia, un solsticio en Noruega, un deshielo en el sur, un vals en el Caribe, un beso infinito bajo la Torre Eiffel…

“Julia”      

Mañana mística, en primavera… cierra tus ojos, ojos de cristal…

En lo oscuro, verás algo brillar… por favor… quédate acá…

Por favor, quédate acá… para probar, vino de frutillas…

En un rincón del mundo está la llave que abre la puerta de este misterioso viaje, no es encontrarse para coincidir, sino para surgir, para nacer como si fuésemos notas musicales que invaden el silencio reinante en el aire.

Caer sobre tu piel y querer tatuar la huella de todas estas palabras que pululan por el lugar, escribirlas adentro tuyo mientras te miento y te digo que dormí toda la noche. Es el momento en que nos damos cuenta que enamorarse es no temer, sino escribir… todas las palabras son universales, pero todas las que he de decirte, son mías, son tuyas, son tu nombre y mi nombre ocultos, perdidos, el signo donde somos significado y significante del lugar que inventamos una tarde de sol y frío.

Los dueños del tiempo y el espacio… los enamorados que se acobijan en palabras… hay palabras que se dicen en silencio… y yo te amo.

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