miércoles, 6 de febrero de 2013

Capítulo 24 “Los números”


Escucho una tierna canción… “tenés… eso que me puede…” observo inquieto el ir y venir, simultáneo, de pasos que no conozco, la soledad y el silencio son sensitivos, permanentes, poco maleables.

13:16 pm en el reloj, hora de extrañarte en mi cabeza… la frontera cruel, el desafío de inventarme un recuerdo tuyo en la cabeza, para que sigas invadiéndola, la tarde que toma una siesta y me deja abandonado frente al reinante eco del chasquido de mis dedos al compás de Daniel Melero.

Sesenta y ocho días de dulzura, millones de ilusiones puestas en marcha, dos meses de saberme infinito, nueve cenas, tres meriendas, cuatro noches de amor, billones de esferas celestes en el cielo, centenas de nubes en la tarde, dos desayunos, un par de cartas, cinco regalos, mil seiscientas treinta y dos horas, infinita cantidad de besos, muchos te quiero y algunos te amo, noventa y siete mil novecientos veinte minutos de ternura, una imagen repetida, dos manos en mil paseos, cinco millones ochocientos setenta y cinco mil doscientos segundos de vos y yo… Qué podría pedirle ahora al mundo, si te tengo dentro mío todo el tiempo?

Una sonrisa que transfiere miles de sonrisas en mi boca que sólo repite millones de veces tu nombre, que lo deletrea inconsciente, que lo dibuja en el aire, que lo deshoja al ritmo que el otoño deshoja el jardín humano, cuando el sepia decora las hojas y los vástagos de la primavera fecundan flores inciertas.

Octubre es el mes diez, el sucesor de septiembre y agosto… nos encontramos en forma cariñosamente casual… vos con edad de primavera y yo con edad de fin de mes, dos constelaciones que chocan con suavidad, llenando de colores una ciudad gris.

Significado y significante se cruzaron dándole vida y nacimiento a un nuevo lenguaje… vos y yo hablando en clave de enamorados, sembrando la oscuridad con gestos, con palabras y el sonido de dos bocas que inundaban el aire de perfume.

Habrá nacido quien sepa inmortalizar este amor? Los protagonistas lo estamos viviendo, los testigos son numerosos, las miradas son dos y se convierten en un cíclope mundano.

Son sesenta y ocho días de jugar al ciego y palpar el contorno y el relieve de tu cara, saborear tu comisura, tus párpados, tus mejillas, sentir el calor de tu piel, la suavidad de tu pelo en mis manos que lo retuercen, oír la melodía de tu voz esbozando apócopes de mi nombre, apodos, o simplemente decirme las cosas que acontecen en ese momento.

Es depositar mis cinco sentidos en tus mil elementos, es condensar una realidad difusa, asombrosa, el planeta regodeándose de nuestro porvenir, los siete días de la semana reflejando la incalculable cantidad de veces que le converso a la noche de vos, cuando cortamos el teléfono antes de dormirnos y encontrarnos en sueños.

Es palpitar todas las mañanas, cuando el recuerdo del día anterior provoca que el desayuno se enfríe por mi distracción.

Hay un lugar que nos representa, es un hueco, pequeño, un habitáculo en pleno Acoyte, donde nos sumergimos a sincerarnos, a verter segundos de vida, a ahogarnos con el aliento y la humedad de nuestros cuerpos, centenares de momentos, de secuencias que parecen daguerrotipos de aquellos romances ideales, de novela, poesía o prosa.

Es querer hacerte única metáfora entre todas las metáforas, es coronarte reina en un reinado invisible, es vislumbrar el futuro recordando ese cinco del mes ocho a las tres de la tarde…

Mensaje de texto número ciento veintinueve: “Boniiii!!! Holaaaaaaa! Te quiero!!! =) “

Mensaje de texto número doscientos seis: “ Sos una cosa hermosamente abrazable sabías? “

Mensaje de texto número doscientos sesenta y uno: “Te extraño”

Volverme a mi casa con aroma a vos, convertir el largo recorrido en un sueño realizado, en una quimera muerta, en endorfinas que me acobijan mientras duermo en tu corazón.

Contarte que algo me inquieta, que vos lo sos todo, que ahora no pienso sino en dos…

Contarte una historia que habla de la luna pálida recostada sobre la cama, una luna en la tierra, a mi lado, desnuda luna con enormes ojos cerrados… una luna que reposa franca y descendente, mientras la oscuridad la viste y la abriga del frío invernal.

Los números son entelequias para muchos… navegamos en colosales calendarios, en visibles fechas, en itinerarios, en futuros días que se llevan el presente. Nuestro presente es inmejorable, somos todos los números posibles, las fechas más hermosas, los siete colores de un arcoíris que atraviesa la ciudad desde mi cama hasta la tuya.

Me quedan todos los días que vendrán, las contagiosas ganas de dibujarte, de cantarte, de contarte historias para que te duermas, de abrazarte y apretarte contra mi pecho… todo esto y el fin de mi vida, ese último segundo en el que quiero que estés a mi lado.

Llevarte conmigo adonde quiera que vaya… el tiempo del amor en cifras incalculables.

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