domingo, 10 de febrero de 2013

Capítulo 26 “Las nubes”


Trance de amor, una mirada estupefacta y criminal se posiciona sobre mi humanidad. Un trazo fino y continuo asoma entre la muchedumbre, es la línea del amor, el cóctel mayor de una velada que promete definiciones.

Nos miramos con delicada ternura, nos dijimos imposibles bajo un manto de colores invisibles en el cielo.

Te dije con sinceridad lo que el alrededor me mostraba… quería una vida junto a vos.

Las reminiscencias de aquel domingo frío, las fotos del museo, los colores de Pacífico, la manifestación en Florida, las luces de Corrientes, las sombras de Caballito.

Todo guardado en un cofre artificial, en las manos abiertas al sol.

La película transcurre de adelante hacia atrás, como imitando el vaivén de un palíndromo enamorado, la ilustración pictórica de un beso interminable en alguna esquina porteña, el abrazo perpetuo en algún ocasional refugio cuando la lluvia nos aplasta el reloj y nos obliga a acelerar el paso.

Nada es extraño en un planeta que pide a gritos que la gente se quiera, lo extraño es que nosotros no debamos recurrir al pedido para querernos como nos queremos… todo nos surge con espontaneidad, como esas nubes que amanecen, cuasi dormidas, hablando sobre nosotros, sobre los momentos que escondimos en su cuerpo de algodón.

Las nubes sucumben, toman extrañas formas, como exhibiéndonos una historia celestial, que acontece en el cielo azul, azul cielo como tu sangre, cielo de vos que te escondés risueña en mi interior.

Son los lugares y los momentos donde las cosas no duelen, donde fecundamos semillas que no cosecharemos, donde cantamos canciones que no suenan, donde lo imposible puede suceder.

Yo sé de llorarte, de suplicarte que vengas, de encender una luz por las noches, cuando tenés miedo y no puedo cuidarte. Yo sé de buscarte con desesperación entre los millones de caminantes que viven entre nosotros, de cometer la locura de ofrendar mi vida a cambio de un minuto adentro tuyo, yo sé de pasar miles de veces por la puerta de tu casa y dejarte flores de aire en tu ventana, yo lo sé porque lo siento.

Yo te vi nacer y empecé a escribir la letanía simbólica de los mitos que se escriben en el laberinto acolchonado de estas nubes que atravesamos en globo.

El secreto escondido en medio del laberinto, la escena rupestre entre la modernidad avasallante, edificios y balcones, semáforos y automóviles, apuro e histeria… nosotros, un remanso de aguas dominicales que fluyen y bañan el sueño.

En nuestra mortalidad, emerge y se erige la inmortalidad de nuestro amor… un amor que viene en caja de bombones, o envuelto en decorosos papeles de golosina, o en flores que embellecen el presente.

Estamos dando los primeros pasos en esta historia llena de remiendos, de parches que congelan imágenes inolvidables, la genealogía adornada de sol, de dos deseos que se encuentran y tuercen el rumbo del universo con solo mirarse a los ojos.

Y ahí es donde uno entiende que las cosas no suceden cuando uno las espera, sino cuando lo sorprenden.

Quiero regalarte una mandrágora, un papel en blanco o un plenilunio de plastilina… una caja de azúcar, un libro almidonado o un dibujo de Liniers que haya sido inventado por mí.

Hay un túnel donde podemos escondernos, hay un jardín de café y tostadas en esas nubes donde lo increíble y lo inesperado se enamoran y liberan a nuestro amor por toda la galaxia… vayamos y encontrémonos justo donde la flecha señale la hora del beso, el inicio del festival de las manos que se acarician.

Hay para cada dolor, una panacea que nos asombra, que nos revive, que nos transforma en sanas insanias…

Dos que se quieren son dos que se quisieron, que se querrán, que conocen la sinceridad y que quieren conocer rincones ocultos de quien los elige… alguna vez en La Plata supe que vos estabas presente.

Son días felices que se visten de seda y nubes, pasé el día contemplando el cielo a tu lado, con tu respiración marcando el ritmo de la tarde, con mi respiración bailando abrazado a la tuya… dos hermosas secuencias que bien pudieron plasmarse en fotos blanco y negro.

Quiero mantenerte con vida mientras viva, quiero bañar mi soledad con tu compañía cuando la noche me diga que no estás, quiero desencontrarme con vos para seguir sintiendo estas ganas infinitas de volver a buscarte.

No concibo una forma de amar, ni un diccionario con métodos y formulas… el amor es uno y lo hacemos todo el tiempo, mientras perdemos ese miedo a la oscuridad, mientras recordamos que alguna vez quisimos algo como esto que hoy vivimos, mientras el mundo nos dice que se termina y nosotros, enamorados del mundo, construimos nuevos mundos bajo estas blancas nubes.

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