miércoles, 16 de enero de 2013

Capítulo 7 “La danza”


Serenarme un segundo en tus brazos, la determinación simbólica de un tiempo que se deja domar por nosotros. Somos una risa eterna y empiezo a sentir un leve cosquilleo por el cuerpo; puedo jugar a la ruleta rusa con vos, sin temor a morirme.
Van pasando las horas y este lugar se transforma en amorfa forma de un momento en que sentí que todo quedaba reducido en la palma de mi mano. Todo tiene sabor a esa noche colosal, repentina, para recordar aun estando junto a vos.
Te dibujo, me resultás etérea y convexa con la forma de mi pecho… quiero que te recuestes a reposar en mi torrente sanguíneo sin dejar de vivir. Desayunar alguna kermés de primavera en este escritorio colmado de papeles inútiles.
Quisiera ser una compañía en tu vida… un papel, una ventana, un sello, una forma, un descuido, un color, una flor, un enano de jardín que te causa risa.
La ciudad descansa mi amor… es agosto y el frío no me permite imaginarme otra cosa que estar  al lado tuyo tomando submarino y contándote que te extraño… confidencias que emergen paulatinas, mientras omito los llamados telefónicos y me dispongo a soñar frente al hilo de luz que el sol me regala.
Nuevamente la vergüenza se venga de mí, al recibir noticias tuyas y ver como la burla surge, al encontrarme danzando con el teléfono en mi pecho, ciertos valses desconocidos.
Pido café y lo bebo a pesar de lo mal que sabe… me endulzo con vos a cada momento, sonrío por azar y en forma elocuente. Desnudo mi niñez en vos, que sos mi esfera de flores, mi baúl de besos y mi resplandor ausente.
Oírte… el acto de fé más inesperado; tenue y aciaga melodía de tango en las calles.
Me enciendo un cigarrillo y recuerdo que me aconsejaste no fumar… esbozo una mueca, entiendo que me cuidás y fumo medio al final, sigo caminando, una señora me mira extrañada, absorta… algo estará cambiando en mi semblante tal vez.
Leerte no es igual a escuchar tu voz cargada de ternura… ya quiero volver a verte y estrujarte de un abrazo que vengo ensayando hace tiempo.
Recuerdo que no termina mi jornada laboral y que tenía que entregar un informe… resulta desalentador, pues ya es tarde.
Mientras escribo el informe, entiendo que algo está pasando y me dejo relajar unos minutos… empiezo a entender que estás, todo el tiempo, desde que leí que flotabas en algún espacio virtual, hasta que llegaste a mí…
Entrego lo requerido y me asomo a la ventana… las calles están grises, mi corazón extrañando y la mañana muriendo.
Vuelvo y pido un recreo, releo tus mensajes y me dispongo a soñar… acepto otro café y, al terminarlo, observo que ya es hora de regresar. Hablaremos? Nos pensaremos? Seremos?
Mientras tanto, la huella de tu ser conquista mi ser… el camino de tu beso cautiva mi beso… la foto de nosotros se vuelve presente.

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