domingo, 20 de enero de 2013

Capítulo 10 “El escenario”


Vislumbrarte… va acercándose la estación del amor y puedo intuir que avizora dulces sensaciones. Se me hace cotidiano pensar en vos y contarle a mis amigos imaginarios, que existe alguien que me enseña a respirar todos los días.
Impensado hace un tiempo, mi presente baila al compás de los momentos que pasamos, Plaza Francia se vistió de verano para nosotros y pude cumplir el sueño de un domingo con tu dulce compañía a mi lado. Ahora la soledad no es más que un simple nombre de mujer, el tiempo pretérito de aquella amante ha concluido, el telón comienza a abrirse y nos apoderamos de la escena.
Tus manos me asilan, me hipnotizan, me acarician con amor maternal… han pasado días enteros y estos que vivimos son días felices. Hablarte, pensarte, sonreírte a la lontananza son juegos mentales plenos de vigencia.
No dejamos nunca de ser parte de esto que nos conmueve, nos coloreamos mientras la gente pasa de a montones frente a nosotros.
“Quisiera extenderme por el pasto y en silencio… hasta tus mejillas dormidas, para respirar, con tu ritmo en la oscura inmensidad… donde lejanas las estrellas, hablan de tantas cosas, que me obligan a callar…”
Entre postales, sincericidios y feriantes, nos tomamos con fuerza la mano… caminar así es comparable con la eternidad misma, es actuar el guión perfecto, decirse con sólo pestañear, las palabras precisas, darse con sólo hablar, la dosis de ternura necesaria para amar.
El paso del tiempo me encontró atravesando las latitudes para conseguir tu beso… una perfecta conjugación entre el andar y el encontrarse… ser el capítulo siete de Rayuela potenciado, el Romeo y la Julieta de Shakespeare en medio de una posmodernidad asesina, las cuatro letras del amor encerradas en nuestros cuerpos fundidos en la inmensidad.
Bajo este cielo algo gris, pude observar el tiempo, la imaginación etérea, el vendaval de abrazos que cargo en mi mochila hoy.
Algo empieza a comportarse dulcemente en mí, lo dejo crecer, propagarse por los rincones de un cuerpo que aprendió a flotar junto al tuyo… livianos espíritus que vagan por el jardín del amor incondicional, el verdadero, el que me deja enseñarte que hubo un mundo que nació para darte hospicio.
Una irrepetible situación en un escenario que nos hace protagonistas de este universo que es testigo de tanta magia…
Si mañana es lunes no me he enterado aun, el sueño lo sigo soñando desde hace ya unos días, y el cuerpo se me llena de cosquillas… si le hacemos caso a las señales que llueven, todo puede volverse un hermoso mural.
Como latidos fuimos ambos, latiendo al mismo ritmo… una ilusión certera.

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